Me resulta un tanto dificil comenzar a escribir un nuevo año nuestras idas y venidas por nuestra amada Grecia. Poco puedo añadir a la ingente cantidad de reseñas, blogs, youtubers y demás, donde voluntariosos recien llegados a esto de la vida vuelcan sus opiniones y sus consejos en un "totum revolutum" donde resulta muy dificil separar lo superfluo de lo interesante, donde en los comentarios se busca mas esa cosa que son los "Likes" aun a costa de faltar a la verdad.
Pero se añade también una desmotivación, mi propia desmotivación sobre este estilo de vida y el temor a que todo lo que siga sea tan solo un canto del cisne, un adios prolongado al acercarme a una velocidad nunca notada anteriormente a la última y definitiva travesía hacia lo desconocido.
Y a pesar de que mis casi ochenta años han recibido un impulso impensable con una operación de cataratas, que me ha devuelto la vista y me permite ver desde lejos las señales de los puertos e incluso el nombre de los barcos que me cruzo, otras partes de mi cuerpo van perdiendo fuerza y elasticidad, y las habituales aunque extrañas posturas que obligan las maniobras del barco me resultan dolorosas, a lo que se suma el que casi nunca me he puesto de rodillas para pedir perdón y esa falta de entrenamiento me pasa su factura.
En el mes de marzo de 2023 hice un viaje al varadero para hacer algunas labores de mantenimiento y poco a poco dejé el barco preparado para una nueva temporada, que incluía cambiar juntas y retenes del Sail Drive y una revisión a fondo de rodamientos y engrasadores de mi maravillosa hélice Bronton, que ha pagado de sobra su elevado precio por todo lo que supone, en desgaste y en consumo para el motor. Un magnífico profesional que se ha desplazado desde Atenas hasta Koilada (200 km) a hacer el trabajo y que luego me esperó en el aeropuerto para cobrar.
INTERIOR DEL MECANISMO DE CADA PALA DE LA HELICE |
Pero como viene siendo habitual, enormes problemas para encontrar un mecánico decente. Y es que los trabajadores del sector, en nuestro mundo de oferta y demanda, prefieren barcos de mas eslora, mas nuevos y que huelan a mas euros. Y a mi se me nota que soy de la "delgada linea azul" para abajo. Y sobre todo algo que no gusta nada. Pregunto mucho eso de ¿Y esto cuanto me va a costar?.
Así que si a eso le sumamos la política del dueño del varadero, que para no comprometerse, jamas te recomienda a nadie para nada, hace que mi colección de profesionales, donde he conseguido tener algunos muy, muy buenos, sea una mesa coja.
UNA CAPA DE PINTURA DE ZINC A NUESTRA ANCLA RODNA |
El último mecánico que ha trabajado para mi, tenía las instrucciones de cambiar junta y rotor de la bomba de agua salada del motor. Me mandó un mensaje diciendo que no había cambiado el rotor, porque el viejo todavía estaba bien y que no merecía la pena. Me dejaba el que había comprado para repuesto y me pasaba la nota de la compra y su trabajo. Al llegar al barco para salir de viaje, me encuentro que el repuesto que me deja no corresponde a mi bomba y además ni tan siquiera se ha acercado a la bomba, que conserva las gotas de "loctite rojo" con que yo sellé todos los tornillos de la tapa.
Uno anterior me pasó un cargo de 200 € por el tiempo pasado en Internet buscando precios para darme presupuestos de ciertos trabajos (de los cuales realizó y cobró varios). Me deprime pensar que soy el único tacañon del Mediterraneo.
Mi viaje de puesta a punto terminó con que la noche en que tenía que emprender la marcha hacia el aeropuerto, alguien me quitó las escalera y no podía bajar del barco, por lo que tube que pasar por dos barcos junto al mio hasta encontrar uno con una escalera, dejando así preparado para dentro de unas semanas donde comenzaremos a navegar bajo un nuevo pavellón polaco.