Cuando escribo estas lineas los griegos han sido metidos por sus políticos en un verengenal un tanto complicado. Difícil de calibrar por un observador imparcial conocedor de solo una parte muy pequeña de la diversidad de los griegos y con un desconocimiento total de los sentimientos y motivaciones de los urbanícolas que pueblan el Atica.
Es como juzgar a todos los españoles por un conocimiento superficial de una cala en la Costa Brava.
Pero mis griegos, a los que he aprendido a querer, los griegos de las islas, los que están en contacto con los que navegamos, son emprendedores, ingeniosos y la palabra imposible les merece la pena tanto como la palabra prisas. No existen en su cerebro.
Con esta idea rondando en la cabeza me he acercado a Alonisios en Kefalónica. donde otro antiguo joven amigo, al que han salido muchas canas en la barba, saca adelante a su familia, padres, abuelos, hermanos y algún cuñado
Un árbol, unas lonas, unas sillas milagrosamente iguales que se han camuflado en colores para esconder su identidad y unas latas con una lamparilla que darán luz por la noche forman el decorado, pero si cerráis un momento los ojos, sentiréis el calor, el olor del mar, el viento en la cara y todos los tópicos necesarios para creeros en el paraiso
El secreto es darle a la gente lo mas parecido a lo que busca y así su muelle es de los pocos donde puedes conectarte a la electricidad en toda Grecia, aunque sea de aquella manera.
El grueso del negocio es llevar a los turistas a ver el famoso barco en la playa tantas veces fotografiado y "la autentica cueva azul".
La oficina de contratación está en primera linea de carretera con un cartel que se ve desde lejos, un mostrador clavado a un árbol y un par de sillas de plástico, modernismo que se niega a añadir a la sofisticada decoración del restaurante.
Y para que a nadie le falte de nada, los caravanistas pueden tomar energía directamente de las farolas del puerto.
Nadie que sea potencialmente un cliente se debe sentir defraudado. Así que se le llena el puerto de barcos grandes y partece que los rezagados no tendrán donde amarrar.
¡¡Que tontería!! Aqu no se va nadie.
Al caer la tarde el pequeño muelle se viste de puerto deportivo y recibe la visita de, contar conmigo, al menos siete barcos, donde abarloados por el costado e incluso cadena y cabos a la proa del que llegó antes, todos tienen la oportunidad de probar el Mousaka y los Soulakis, las sardinas achicharradas, inflarse de "Garafa" y todo a unos precios muy asequibles, que incluso le permiten obsequiarte con un chupito de Utso o un plato de sandia en daditos.
Por un momento se hace un silencio sepulcral. Alguien ha pedido una factura con IVA. solo se escucha un sirtaky, como no, Zorba el griego.
El estupor solo dura unos momentos
Ahora toca ir a "la autentica Gruta Azul" una de las tropecientas tropenta y tres auténticas grutas azules
-. "Eso es cosa de los atenienses. Aquí no llegan ni para bien ni para mal. Seguramente no pondrán ni urnas y querrán que viajemos a Zante. ¡¡En pleno verano!!"
-. "