Hay mas de 200 barcos de todos los tamaños, desde mastodontes de motor a pequeñas “gomonas”.
Esta parada obligatoria del estrecho de Bonifacio está en todos los catálogos. Con fotos increíbles sacadas desde el aire. El agua es absolutamente transparente. El fondo arena muy clara, casi blanca. Las rocas tienen un color rojizo. La vegetación verde y amarilla.
Una sinfonía de colores que me siento incapaz de captar con la cámara.
La Playa Rosa, espacio protegido, tiene este nombre por el color que le dá la existencia de minúsculos pedacitos de coral entre la arena.
Se comenta que por el expolio de los visitantes hoy es un poco menos rosa.
Ha llegado la tarde. A pesar de la gran cantidad de barcos, no se escucha ni un ruido. Unos chiquillos han puesto música un poco fuerte e inmediatamente ha comenzado “la pitada” de protesta. La puesta de sol ha transformado la bahía donde estamos fondeados en un estanque dorado.
Nos va a costar levantar el ancla.