Vamos junto al Alea, que también ha permanecido resguardado en Hermioni. Es agradable tener alguien con quien comentar cosas en castellano y mas si son personajes como Silvia y Johan, los señores del Alea.
Esta pareja, cuyo blog podéis leer en los enlaces del mio, han decidido hacer del mar su patria y de su barco su casa.
Lo que es mas curioso es que Silvia nunca había navegado y tenía cierto temor a su adaptación al medio.
Empezó con pastillas para el mareo hasta que un día descubrió que ya no se mareaba. Y ya ha descubierto muchas mas cosas, pero debe de ser ella las que las cuente.
Y es que a veces no todo marcha bien y entonces los de tierra se suben por las paredes y nosotros hemos " cazado "a Silvia subiéndose por... el palo.
En ese momento es cuando ha alcanzado, para mi, todo el respeto del mundo.
Y es que mi único intento de subir a un palo acabo con que han tenido que darme martillazos en las manos para que me soltara, pues al llegar a la altura de la primera cruceta ( Lola dice que fué a la altura de la botabara), me dió un ataque de pánico.
En esta su nueva vida van a alquilar plazas del barco durante temporadas para " Hacer caja" y nosotros seguimos su experiencia con mucha atención, pues no descartamos esa vía de financiación para nosotros.
Sus primeros "clientes" pertenecen al mismo foro de náutica que nosotros y compartimos con ellos un pequeño aperitivo salido directamente del mar.
De Dokus nos dirigimos a uno de los fondeos mas conocidos de la zona, Portoqueli, navegando a vela la mayor parte del tiempo, pasando por delante de calas preciosas.
Conoceremos a unos españoles que cada año pasan un mes o dos en esta ensenada como base, desde la que hacen pequeñas excursiones a las diferentes calitas. Dicen no conocerlas aún todas.
De este día nos queda la estupenda foto que Silvia nos ha sacado en su excursión a las alturas a soltar una driza rebelde



































