Recibimos una llamada del Alea, que ya cargado con su nueva tripulación charterista, nos ha visto y va también a Poros. Nos veremos en puerto
La ensenada de Poros es grande y está`plagada de pequeños rincones donde fondear, pero su mayor atractivo es el larguísimo muelle que recorre todo el frente del pueblo y donde es raro no encontrar un sitio.
El aspecto de los pueblos ha cambiado mucho con relación al Jónico, son mas "mediterraneos" aunque no llegan aún a las fotos de las agencias de viajes.
El esquema, el mismo. Un muelle y una primera linea de casas donde se encuentran las tabernas, las tiendas de comestibles y las tiendas de recuerdos.
Por las calles traseras, todo es paz y tranquilidad. No hay permeabilidad de este flujo turístico a partir de la segunda calle paralela. La primera es una auténtica pocilga, donde van a parar los olores y calores de cocinas y aires acondicionados de los locales, que acumulan las mercancías y los desperdicios sin orden ni concierto.
Conocemos a los nuevos "inquilinos" del Alea y probamos el "Mini" con agua.
Lola asegura que le costo mucho trabajo llevarme al barco vía pasarelas ante mi empeño en hacer el trayecto volando.
Incluso creo que hacia " Pio...Pio...Pio" mientras agitaba los brazos. ¡¡¡Que mala lengua tienen!!!
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