Es sorprendente que yo salga de turismo y vuelva sin hacer fotos, pero es lo que me ha pasado en Porto Vecchio.
Un puerto natural, protegido de todos los vientos, y con paisajes preciosos, una autentica belleza, pero es el conjunto, la luz, el ambiente, todas esas cosas que yo no se captar con una cámara.
Y en lo alto del puerto un pueblecito al que se llega con un tren turístico, y donde tener una vista de la rada, hay que sacar la foto desde una ventana de una tienda.
El pueblo le da la espalda a la ensenada, y se protege de ella con un bastión y se encierra en si mismo.
Casas de mampostería que recuerda cualquier pueblo de la sierra de Madrid o de tantos lugares.
Y cientos de restaurantes, con mesas en la calle y cocinas mal ventiladas que mezclan sus olores, todos ellos muy lejos de los que deben salir al encuentro de un “gurmet”.
En las tiendas, aparte de navajas, las mismas coo-chinadas (productos chinos para el turismo). Y alguna tienda de productos corsos, vinos, quesos, aceite…
En un “super” hemos repuesto nuestra nevera, y hemos cenado los mejores mejillones que he comido en mi vida. Pequeños, pero con bicho grande, bien cocidos, y con una salsa secreta de “Casa Lin” en Avilés-Asturias., que es se creto de familia. Los hemos acompañado de una tabla de quesos y una botella de vino corso.
Cada vez me gusta mas este restaurante llamado May Way.
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