Parece que fuera una condena el hecho de que cada vez que tenemos algún problema en Grecia, sea lejos del lugar donde nos lo puedan solucionar y con días de fiesta de por medio, como nos sucede después del tornado.
En este puerto en el que estamos, no hay agua, no hay electricidad y no hay víveres, ya que el supermercado está desconectado y se le ha estropeado toda la mercancía de los frigoríficos y congeladores.
Tan solo tenemos un pequeño barco que hace cada hora el viaje a Neo Mármaris, el pequeño pueblo donde intentamos atracar el día anterior y donde tampoco hay gran cosa. Nos desplazamos hasta allá para intentar comprar pan y algo de comida, pero todo se queda reducido a sentarnos en una terraza de uno de los pocos sitios abiertos a tomar una cerveza, mientras viene el barquito a recogernos.
Pero afortunadamente en el puerto hablando con otro de los afectados por el temporal, nos enteramos que ha quedado citado con un fabricante de velas de la ciudad de Thessaloniki, la segunda mas grand de Grecia, que viene a repararle el toldo.
Consigo una entrevista con él, que resulta ser un antiguo regatista de la clase Soling y con el que había coincidido en mi época de navegante de la clase star. Es el representante en Grecia de las velería Elstrom y se compromete a tener una vela hecha en una semana. Se lleva el toldo que se ha descosido en varios puntos y me lo trae reparado al día siguiente por 50 €.
La vela que se ha perdido era un génova 150 J pero decido hacerla esta vez mas pequeña, sacrificando la posibilidad de navegar con ventolinas, cosa que no hacemos casi nunca y evitar tener que andar enroscando con 15 nudos. El presupuesto de la vela es de 1900 € contra los 3200 € que me pide el que hasta el día de ayer ha sido mi velero en España. Además de los precios de transporte y el tiempo necesario.
La forma en que trabajan es que la vela te la ponen en cualquier puerto por una cantidad muy pequeña (unos 30 euros) y una cantidad por colocarla en el barco. Zanasis, el velero, me propone dos sitios donde recoger la vela. Thessaloniki o Volos, donde tiene tiendas. Estudiamos lo de ir a Thessaloniki, pero supone un viaje por una zona no conocida y donde son pocas las oportunidades de fondeo o puerto, que es la subida de toda la costa de la península de Kassandra, y donde además los puertos son los mas caros de Grecia y sin apenas servicios, ya que no son claramente otra cosa que lavaderos de dinero negro de los cercanos Valcanes. Hasta Thessaloniki hay unas 95 millas y luego descender hacia el sur por la costa del continente también son otro montón de millas hasta llegar a las Sporadas.
Ahora viene el tema del seguro. Me pongo en contacto con Sergio Ponce, mi corredor de seguros, al que he conocido a través de los foros de náutica y todo han sido facilidades, aunque dentro de unos trámites muy estrictos con el pago del iva, que lo único que han hecho ha sido encarecer la factura final en un 24% ( el IVA Griego), algo legal y todo eso , pero que para mi a efectos logísticos ha supuesto un problema, ya que muchos de los mejores profesionales con los que cuento, se niegan a trabajar si tienen que hacer una factura con IVA. Es mas, Zanasis, el velero, se me ha quedado mirando como a un bicho raro, cuando le he dicho que quería una factura oficial para el seguro. luego a subido los hombros y solo me ha dicho que la vela me costaría 456 Euros mas.
La compañía de seguros que me ha contratado Sergio es AXA, que me pone en contacto con un perito Griego, que avalará que los daños son reales y ahora queda pedir un presupuesto de reparación, que creo que en lo relativo al casco dejaré para el invierno, para hacerlas en mi varadero ya que no son demasiado urgentes.
El puerto, después de razonar con ellos, que para estar sin agua , sin electricidad, sin ningún tipo de servicio, estaba mejor en un fondeo, no me han cobrado la estancia de tres dias, y salimos para dirigirnos hacia el sur a la ensenada de Koufo.
¿ Como describiros las sensaciones de recibir la primera ráfaga de viento de nuevo en el mar? Son apenas 11 millas que hacemos con el corazón en un puño, y dando respingos a cada pequeña racha de viento que golpea sobre nuestra vieja vela mayor. Mi cerebro manda razones a mi cuerpo de que con 10 a 15 nudos de viento, estamos de paseo. Mis instintos se amedrantan con cada ola, con cada escora, con cada soplo. Nunca había entendido a esos que de repente dejan la náutica y malvenden su barco. Hoy ya lo sé. Incluso ahora cuando escribo este relato (han pasado seis meses y estoy confortablemente sentado en mi casa) un repelús sube por mi espalda al rememorar aquella noche.
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