Salimos de Cefalú con los depósitos cargados y mar en muy buenas condiciones...para ir a motor.
La primera idea es ir hasta la isla de Ustica, al oeste de las Eólicas y pasar allí la noche, ver la información meteorológica y si la cosa está bien incluso hacer una fondeada en alguna de las muchas boyas que hay por la costa y aprovechar para bucear un poco en este paraíso del buceo.
El puerto no es recomendable. Muy pequeño y lleno de cabos cruzados de uno a otro sitio. Aunque nosotros pudimos amarrarnos el año pasado por estas fechas y ¡¡ de noche!!
Pero al llegar a la isla, sobre las dos de la tarde, conectamos con el módem por Internet y vemos la siguiente información del tiempo que muestro mas abajo, indicando una fuerte depresión al norte de Argelia y por tanto vientos muy fuertes de Tramontana sobre las baleares.
Eso puede suponer quedar atrapados en Cerdeña una semana
Las alternativas son, hacer el Este de Cerdeña y cruzar por Bonifacio aprovechando esta semana o intentar el salto y llegar antes que la borrasca.
Nos parece mejor alternativa esta segunda y sin pensarlo mucho seguimos viaje apuntando a Spartivento en el sur de Cerdeña.
A base de motor y apoyados en las velas y con alguna parada a sacar algún pescado no muy grande y tras una noche en que ¡¡¡ por segunda vez en nuestra segunda pasada por esta zona¡¡¡ no menos de tres barcos a vela y sin ningún tipo de luces se cruzan en nuestra derrota a menos de 20 metros ( los llevamos controlados desde hace rato por el radar) y que seguramente van durmiendo. Hay gente para todo.
Al llegar al Golfo de Cagliari, se pone el viento de proa de 25 nudos y dos rizos y trinqueta apenas pueden con las olas de mas de tres metros que se han formado.
Avanzamos a duras penas, mojados ( el agua está caliente) hambrientos (habíamos pensado en hacer una barbacoa por la tarde en el fondeo y cansados, muy cansados.
Tan solo nos mantiene en pié la experiencia de tantos días de mar, que han endurecido nuestros músculos y habituado nuestro sentido del equilibrio y del movimiento a estas circunstancias.
Diez horas después y tras caer la noche que ha calmado viento y mar fondeamos junto a la isla de Cala Falcone en una falta total de viento y sin casi barcos.
Hemos cometido varios errores. El mas garrafal de todos es no haber caído en la cuenta que si se avecina una "nortada" a Baleares, si llegamos es para tener que amarrarnos hasta con los dientes en cualquier fondeo lleno de navegantes de poca experiencia, con el cansiguiente baile de garreos y garreos...
Mejor dormimos hoy y mañana veremos que hacemos








Solo hay algo que crea tensión e incertidumbre. La temperatura del agua sube y la presión del aceite baja. No refrigera el motor. La bomba de agua de mar no trabaja 

Por suerte hay un supermercado a cuatro pasos, que aunque un poco mas caro, no justifica hacer kilómetros con el carro a cuestas. Agua, leche, verduras, yogoures y unas cuantas botellas de vino griego para invitar a los amigos, Un carro del supermercado que llevamos hasta el barco y que devolvemos al día siguiente por la mañana al comprar pan riquisimo y recién hecho
¿Será el pan lo que mas recuerde de lo que he comido en Grecia? Seguramente sí.
Un helado en el bar de la cueva junto al puerto y ... Cena en cubierta para despedida de este país con el que tenemos una cita para años sucesivos
No podéis haceros idea de que "ramplonas" se ven desde aquí nuestras Baleares del alma.


Tomo nota y quito la génova, pero seguimos navegando por encima de ocho nudos cuando pasamos por debajo


















De Dokus nos dirigimos a uno de los fondeos mas conocidos de la zona, Portoqueli, navegando a vela la mayor parte del tiempo, pasando por delante de calas preciosas.
Conoceremos a unos españoles que cada año pasan un mes o dos en esta ensenada como base, desde la que hacen pequeñas excursiones a las diferentes calitas. Dicen no conocerlas aún todas.
De este día nos queda la estupenda foto que Silvia nos ha sacado en su excursión a las alturas a soltar una driza rebelde
