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lunes

26-07-2010.- SKIYROS-¡¡PERDEMOS LA HÉLICE!!--KIMI


Haciendo una excepción voy a dar esta vez la palabra a un pasajero del barco, para que la narración sea desde el punto de vista de una tercera persona, ajena a nuestro mundo. He aquí lo que narro Ramiro de este nuevo incidente

"Llevamos 25 años viajando a Grecia el mes de vacaciones y conocemos otras tantas islas de este país tan extraordinario como contradictorio; padecemos esa enfermedad que los Durrrell llamaron “islomanía”. Los primeros años giramos las visitas culturales obligadas que se hacen de Grecia, un destino turístico de primer orden. Ahora, con nuestros hijos, repetimos, sin renunciar a conocer más islas, pues cuenta con 2000 y más de 200 de ellas habitadas. Todo sigue aquí: el mar, el cielo, la tierra, los griegos con sus cóncavas naves… ¡Que nos importa que ya no encontremos a Sócrates en el Ágora, con la tranca en la mano parando a los turistas que se cruzan en su camino! Aquí permanece todo lo eterno. Canta Kilaidonis con ironía “Grecia nunca morirá” ( I Helada poté den pezeni) y un amigo griego contesta “ pero los griegos sí” Ellos lo inventaron todo y la comedia sigue.



Este año vinimos a Las Eporadas y la primera fue Skiros, en el Aquileas, donde Tetis escondió a su hijo tratando de eludir la inevitable tragedia homérica. El barco va de Kimi, en Ubea a Linaria, el único puerto viable para ferris y otros barcos de cierto calado. Nos quedamos allí la primera noche con la intención de alquilar un coche al día siguiente como solemos hacer y buscar así donde quedarnos el resto de las vacaciones. Tras la ducha salimos al muelle buscando alguna taberna donde cenar.


Fue Bruno, el mayor de mis hijos, quien primero vio la bandera española en un velero amarrado allí. Y con ella la andaluza y la asturiana y otra con tibias y calavera. No es que andemos a la caza de españoles por el mundo, pero, ¡hombre!, una bandera asturiana en un “puertín” de una isla donde apenas hay turistas extranjeros y menos aún españoles, es una sorpresa agradable que no podíamos pasar por alto. Saludé con un “ buenas tardes” al lobo de mar que andaba por la cubierta y tardó en contestar, quizás sorprendido a su vez por nuestra presencia allí ¡Asturianos en Skiros!. Era Alberto, patrón del velero Capitán Teach, ovetense de nacimiento y andaluz de adopción, argonauta moderno, con su mujer, Lola, gaditana. Después de los saludos de rigor, el intercambio de información y anecdotario correspondiente, nos invitaron a ver con ellos el gran premio de Alemania de Fórmula I, en el que Fernando Alonso, otro asturiano, salía en segunda posición. Sobre todo Mabel, mi esposa, entusiasta seguidora de Fernando, agradeció más si cabe cuando Alberto prometió compartir una botella de sidra por una victoria, según él, cantada, como así fue.


Skiros es una isla “Piquiñina” que no llega a 350 habitantes en verano, contando a los turistas, la mayoría griegos. Se recorre en coche en una mañana haciendo las paradas obligadas en los sitios “más guapos” pero no encontramos la “casina” que nos gustara y volvimos a comer a Linariá. Era el comienzo de la carrera y en el barco había interferencias, de modo que nos trasladamos todos a una taberna cercana, donde nos pusieron una enrome tele para nosotros solos. El placer de comer juntos la riquísima comida griega, charlando y viendo a Fernando Alonso nos hizo olvidar hasta la sidra.


En la sobremesa, Taso el pequeño, hizo sus juegos de magia con la baraja española que siempre lleva en los viajes y Alberto le enseño trucos nuevos que Taso agradeció con sus “¡Es Buenísimo ¡”. Por la tarde los chavales echaron la partida con Lola y Alberto en el Barco. Después el capitán, pianista malogrado al que falta apenas un curso para terminar la carrera de piano, arquitecto de profesión y que lleva un gran teclado en el velero y Bruno, todavía principiante, nos ofrecieron un pequeño concierto mecido por el mar de Homero. En fin, enterados de que nos sería difícil encontrar un lugar en Skiros, nos invitaron a navegar con ellos hasta Alonisos, otra de las Esporadas, unas treinta millas al norte. Aceptamos encantados aun sabiendo que tanto Taso como yo somos proclives al mareo. Salíamos a las siete de la mañana.


A las siete menos cuarto sentados en un banco del muelle frente al velero, con las mochilas esperábamos los cuatro, a perro puesto, que abrieran el barco para iniciar la corta travesía. Los canales entre islas son a veces complicados en esta parte del Egeo y había amanecido muy nuboso para lo que suele ser habitual en este mar, donde en 25 años no nos ha llovido más de media docena de veces. Los partes meteorológicos tampoco eran muy propicios, pero no tan malos como para tener complicaciones. Salimos de Skiros sin problemas y con Alberto enseñando a los “guajes” como se maneja el timón y ellos encantados de verse pilotando y haciendo fotos para recordar y enseñar a los amigos.


Con la mar algo rizada, una ligera marejadilla y aumentando la nubosidad, salimos a mar abierta con Lola y Alberto preparando la maniobra para tender velas y enfilar hacia Alonisos que esperábamos alcanzar poco después del medio día. Navegábamos ciñendo porque el viento entraba de proa, pero íbamos como la seda. Sin embargo el tamaño de las olas aumentaba poco a poco. A mitad de travesía Taso empieza a vomitar y media hora más tarde yo. A pesar de todo, la seguridad que transmiten Lola y Alberto nos mantenía tranquilos. Intentaron acercarse a una cala en un islote para descansar y tomar un baño, pero no fue posible: otro velero lo estaba intentando antes que nosotros sin conseguir fondear y volvimos a la derrota de Alonisos, seguidos a media milla por el otro barco.


A la vista de nuestro destino Lola y Alberto, con una pequeña ayuda de Mabel y Bruno, aleccionados por ellos, plegaron velas y encendieron el motor. Estábamos a poco menos de dos millas del puerto, cuando notamos que el barco no se movía y el otro velero se nos acercaba, nos alcanzaba y nos sobrepasaba, mientras nuestro capitán trataba de encontrar el problema que había detenido el barco. El motor funcionaba pero no impulsaba el velero. Alberto buceando dio con el problema. ¡Habíamos perdido la hélice! Nosotros no tenemos ni puta idea de barcos ni de navegar y el poco lenguaje marinero que puedo manejar es el aprendido medianamente por la afición a la literatura. Pero a nadie se le escapa que el problema era grave: no teníamos motor para entrar a puerto y no podíamos hacerlo a vela con una tormenta viniéndosenos encima ( “Furtuna” la llaman los griegos”) y la mar hirviendo. Bruno también empieza a marearse. A pesar de todo, Lola y Alberto tan tranquilos, supongo que tratando de que a nosotros no nos agarrara el “mieditis”. En ningún momento sentimos que estuviéramos en peligro. Los tres “hombrecitos” de mi familia éramos unos guiñapos tirados en el camarote, mientras Lola, Mabel y Alberto empezaban a enfrentar lo que fue una “furtuna” en toda regla.


Intentaban navegar hacia el sur, a favor de viento, con el Génova y un rizo en la mayor, para llegar a Kimi el más grande y franco puerto de la zona a unas 35 millas. Temían los rayos que caían, mientras llovía y soplaba el mismo viento que hizo perderse a Ulises en su regreso a Ítaca; soplaba Poseidón enfurecido. Toda la tarde y parte de la noche la pasaron peleando contra los elementos y turnándose en la guardia Lola y Alberto, mientras Mabel trataba de darles conversación para que no se durmieran y atendía los requerimientos de los inútiles vomitones, lastre del velero “Capitán Teach”. Pero no fue necesario lanzarlos por la borda. A media noche cedió la tormenta y vieron la luna llena sobre el Egeo descendiendo al arrimo de la costa este de Eubea.


A la vista de Kimi el mar estaba calmo, arriaron las velas y colocaron la Zodiak al costado del barco amarrándola al velero para servir de motor auxiliar. Lola conducía la Zodiac y Alberto gobernaba el velero. Subí para ayudarlos en la maniobra y Alberto nos avisó que, en los momentos críticos en que nos diera las órdenes, aunque podría cagarse tranquilamente en nuestra p*** madre, con perdón, si no hacíamos exactamente lo que decía, eso no suponía que dejara de apreciarnos y respetar a nuestra familia. Yo seguía muy mareado y Bruno y Taso tumbados en el camarote dormían.


No necesitó Alberto jurar en idioma alguno y creo que respondimos bien a lo que se nos pidió Entramos en el puerto de Kimi casi sin ver un hueco donde amarrar el barco. Al final lo conseguimos sin accidentes con la zodiac amarrada a babor ya en punto muerto y colándonos “justinos, justinos” en aquel “huequin” inverosímil entre dos barcos del mismo tamaño que el nuestro, con Lola saltando al muelle para evitar que la proa del “Capitán Teach” se destrozara contra el muro de hormigón. Creo que en ese instante escuché el suspiro de alivio de todos, o por lo menos el mío, como el de aquellos menos trágicos que según nos contaba Alberto veían el “rayo verde” del sol hundiéndose en el mar.


La experiencia había sido tan intensa que creo que la amistad y la camaradería ya nos han unido a todos de por vida.


He dejado muchas cosas, muchos momentos mágicos en el tintero porque el escrito se alargaba en demasía, como las puestas de sol en el Egeo entre los claros de la tormenta, el desayuno que Lola nos preparó, o la peripecia de Alberto para conseguir otra hélice en Pireas… Y tal vez otro día lo cuente si tengo humor. Hoy solo quiero agradecerles su entereza, su generosidad con la invitación, y porqué no, las inolvidables 24 horas seguidas que nos procuraron luchando contra la “Mala Fortuna”, que Poseidón y Eolo (A los que Zeus destruya con su rayo) nos enviaron. Y no olvido a Mabel, consumada marinera que supo estar a la altura de las circunstancias a diferencia de sus tres hombres que ocultos en el camarote, como Aquiles en Skiros temíamos tal vez el drama que nunca se habría de producir, haciendo un juego de sentidos entre el griego y el castellano : “Afortunadamente”


Ramiro Rodriguez Prada.- Kimi (Eubea) 28-julio-2010"

sábado

24-07-2010 LESVOS SKIROS

Ha llegado el momento de ver si la decisión de subir hasta Lesvos ha sido la adecuada para cruzar el Egeo desde las Esporadas del Este a las del Oeste. Como los vientos son habitualmente del Norte o del NW, esta ruta nos va a permitir llevar los vientos por el traves o el descuartelar. Son en total 110 millas con lo que salimos muy temprano.

Hemos tomado café y estamos desvelados, así que hacia las tres de la mañana levantamos el ancla y salimos de Mitilini en plan guardias de dos horas. Al salir del puerto hacemos la llamada al canal 12 a la guardia costera tal como nos han indicado y bajamos por la costa de Lesvos sin apenas una gota de viento.

En la punta mas al sur comenzamos a tener viento bastante para navegar a vela y con todo el trapo arriba. Viene del Nordeste y aprovechamos para ganar barlovento que luego nos puede venir bien pues esperamos que suba un poco al llegar al canal. Vamos haciendo en torno a los siete nudos de velocidad.

La zona es muy concurrida y hay un momento en que recogemos mas de setenta señales de AIS, sobre todo de barcos que hacen la ruta desde el Bosforo a diferentes lugares del Mediterraneo.

Tan solo un mercante parece que nos va a pasar a pocos metros y hago una maniobra descarada para que vea que le estoy dando paso a pesar de mi prioridad por ir a vela, pero el carguero no interpreta mi maniobra y hace la suya, desviandose de su ruta, casi 30 grados para pasarnos a media milla por la popa.

Una llamada por el 16 y le doy las gracias por su maniobra. y ponemos la TV para ver las rondas de clasificación de la Fórmula I, que vemos perfectamente.
Skiros es una isla pelada, casi sin vegetación y prácticamnete desabitada a excepción de su puerto y la pequeña "chora" en la colina. El puerto es tan pequeño que... no hay sitio. Se nos cae el alma a los pies, pues son casi las siete de la tarde y estamos naturalmente cansados para ponernos a buscar un fondeadero, que están muy separados.

Pero nuestro angel de la guarda vela por nosotros y en ese momento sale una motora dejando un espacio libre, al que nos tiramos como locos. Estamos en las Esporadas
Para conseguir conectar a la torreta tengo que subir hasta la Guardia Costera que está casi dos kilómetros cuesta arriba. Tan solo una vez que he pagado las tasas de atraque me dan la tarjeta para conectar al agua y electricidad. En este pequeño paseo he visto todo lo que hay que ver. Ahora a dormir. La temida travesía ha sido un paseo agradable con final feliz.

jueves

22 Y 23-07-2010 Paseando por Lesvos



Tras ver varios rentacart hasta quedarnos con Europcar, como mas conocido, y...así todo. Gracias a que sacamos fotos del coche tal como nos lo entregaban, evitamos una reclamación por rayaduras y desperfectos. Esta técnica de fotografiar todo el coche, nos ha servido ya en varias ocasiones.


Y así plano de la Isla en la mano, le damos una vuelta pequeña, pues las carreteras son infernales, incluso de Aglassos a Plomarión, hicimos casi veinte kilómetros por un carril de montaña. Por un paisaje lleno de pinos y olivos centenarios.

Sobre todo vamos mirando puertos y tomando notas para una eventual recalada, en este o en futuros viajes. Preguntando a los barcos amarrados sobre calados, servicios y demás cuestiones. La información de muchos de estos puertos no figura en los derroteros, pero son sitios deliciosos que bien merecen una visita

La perspectiva desde tierra es completamente diferente de la que se tiene desde el mar, y además permite encontrarse con muchas situaciones y viastas que dificilmente se pueden ver mas que saltando a tierra.

Nuestro recorrido nos lleva por el norte de la isla hasta dos pequeños puertos , del que solo Mithania es asequible para nosotros por calado. Luego entramos hacia el interior y nos dirigimos hacia el centro de la isla, Kallori.
De ahí, ya cansados de tanto kilómetro, dejamos para otra ocasión acercarnos a Sigri y al bosque de piedra, pero nos acercamos y paseamos por pequeños pueblos del interior, que muestran sus artesanías a un enjambre numeroso de visitantes en autobuses.
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Comemos, barato y muy bien, en un puerto de la costa sur, Plomarión, que se prepara para la fiesta del "ouzo" que comienza esa misma tarde. Probamos el pulpo desecado y luego pasado por la plancha, típico de estas islas. No está mal, pero la verdad es que es dificil sorprender el paladar de un español, que conozca un poco nuestras comidas ¿regionales?  ¿autonómicas? ¿Autótoctonas? (joer, que dificil es ser políticamente corecto, ¿estasi de acuerdo conmigo , lectores y lectoras?)
Y es que quien ha probado el pulpo "a feira" en Lugo o el Pulpo con Patatines, en Gijón, poco le queda por saber del pulpo 



Un supermercado Lid´l se cruza en nuestro camino y es el fin de nuestro viaje, en que hemos bordeado la gran ensenada de Yeras, en la que no encontramos nada que merezca la pena entrar, salvo que se esté especialmente interesado en alguna raza gigante de mosquitos
En un "bareto" muy acogedor , ya dentro de Mitiliny, hacemos repaso del día que ha sido muy tranquilo en esta bonita isla
Por la noche, unos italianos que hemos conocido nos invitan a su barco a tomar un "Gin Tónic". Nosotros aportamos el hielo, que es un gran tesoro. Y es que nuestro congelador es nuestra mas preciada propiedad, donde descansan algunos de nuestros tesoros mas preciados ( medio kilo de angula, dos Sampedro, algún solomillo de añojo...) y hielo, mucho hielo a 20 grados bajo cero.

La historia de esta pareja es muy original. Son jugadores de "Brigde". Cuando llegan a un puerto buscan el Club Local de ese juego de cartas, y se apuntan a jugar. Hacen amigos, abren puertas... Cuando se enteran de que nosotros no jugamos, pierden el interés en nosotros y se dedican en pleno a un matrimonio Griego que han conocido en el club de jugadores. Nos despedimos y al poco está la partida en marcha.
Lola me pregunta si al Brigde se juega con dinero como al poker. Yo no se que contestarle... o no quiero.

miércoles

21-07-2010 de Foça a Lesvos


Por fin vamos a salir de Turquía y comenzar de nuevo a navegar por aguas de Grecia. Así que enfilamos hacia la isla de Lesvos, a unas treinta y cinco millas al norte, que naturalmente cubrimos a motor y contra el mar y el viento. Esperamos que sea útil esta subida por la costa de Turquíapara poder cuzar hacia las Esporadas del Oeste con vientos , si no portantes al menos por el través.

Nuestro puerto de llegada es Mitilini, en la cara este de la isla, en que se ven dos grandes ensenadas, pero que no son muy recomendables, por la falta de fondo y los enormes mosquitos que las pueblan. Mitilini es un puerto donde ya el atraque es "A la griega", es decir con tu propio ancla y cadena y amarrado al muelle, donde hay unas torretas con agua y electricidad, si compras una llave electrónica que las pone en marcha. Al llegar las están arreglando y cuando terminan nos las dejan "liberadas" por lo que tenemos agua y electricidad a tope, así que pasaremos aquí algunos dias para descansar y ver el interior, hacer la colada, endulzar.

Nos vamos a dar un paseo por esta bonita ciudad y naturalmente visitamos una de sus Iglesias monumentales y barrocas, en concreto la que se vé al aproximarse al puerto, toda decorada con pan de oro en todas las molduras de la bóveda y los capiteles. Son iglesias muy opresivas, en general oscuras y con un fuerte olor a ceras quemadas, ya que por todos lados árden las velas que los defvotos ofrendan a sus iconos preferidos

Pero el olor inconfundible de Mitilini, y como luego comprobariamos, de toda Lesvos es el olor a OUZO una especie de "anis del mono" y del que  hay infinidad de marcas y destilerias, al parecer cada una con sus peculiaridaes. De hecho en unos dias empieza el gran festival del ouzo y la isla se prepara para ello.

Los lesvianos están convencidos de ser los mas cultos y progres de Grecia y parte del estranjero y algo pudiera haber por la influencia de los muchos artistas que han hecho de esta isla su vivienda, ya desde la inmortal Safo. Un detalle significativo pudiera ser el siguiente: En las calles se está instalando teléfono, y hay cables de pares de telefonía por todos lados a la espera de las cajas de conexión. Mientras tanto los habitantes de esas calles han decorado estos rollos de alguna manera, como este encintado con lana
o este otro grabado de símbolos étnicos
En general la gente es amable y educada. Lesvos es uno de esos destinos que estaban en mi subsconciente, por la relación de su nombre y determinadas prácticas homosexuales, normalmente propias del genero femenino pero al parecer no exclusivas, ya que en una ocasión un varón que se negaba a los avances de otro varón, fué increpado por este "pero ¿por que? si tu eres Gay" y le contesto el otro "Si, maricón, pero he salido Lesviano"
Cosas

lunes

19 Y 20 DE JULIO 2010.- Últimas Millas en Turquía.-


No es fácil olvidarse de algunas cosas, por ejemplo el butano, que en esas pequeñas botellitas azules nos sirven para cocinar a bordo. Nosotros llevamos cuatro botellas. Tres de las normales de Camping Gas y una de las botellas griegas, que en general son las mismas pero pintadas con un color azul mas ultramar, que el celeste de las españolas.

En Sigaçik recambiamos la botella griega en una tienda pequeñita y con un gran cartel con su nombre. No es raro encontrar el mismo en España esto como anuncio del contenido y con esta ortografía. La verdad es que hay curiosas coincidencias.

También hacemos gasoil y gasolina para la auxiliar, que nos traen en un camión, a pesar del hermosos surtidor que se ve a la entrada. Así que nuestro plan de no mover el barco a causa del fuerte viento, se ve frustrado por dos movimientos, uno hasta el varadero a cargar y otro a volver al atraque.

Siempre ayudados por una auxiliar que utilizan a modo de remolcador pero a su aire, por lo que a veces dificultan, más que ayudan a las maniobras. Y es que en todos los puertos de Turquía utilizan el mismo procedimiento. La línea del fondeo que normalmente une el pantalán con el muerto, aquí está unida a una pequeña bolla que el marinero de la auxiliar te entrega recogida, para que no puedas liar el fondeo con la hélice al hacer la maniobra.

El camino de Sigaçic a Cesme Marina, discurre por una serie de calas que vamos revisando por si hay un futuro viaje a Turquía, con viento por el través, que se hace de proa y de treinta nudos por la proa al llegar al estrecho con la isla griega de Kios.

Nos da tiempo a amarrar en esta modernísima y muy “chic” y muy cara marina, y salir a dar una vuelta por la ciudad. Esta vuelta se ve frustrada porque con el terrible calor y el sudor se me hacen unas rozaduras en la entrepierna, que casi no me dejan andar. Nada que no solucione un poco de nuestra inseparable planta de Aloe Vera, que salió de viaje desde Málaga y resiste, amarrada en el balcón de popa toda la travesía.

De Cesme hacemos, al día siguiente, la salida hacia el norte con idea de llegar a un pequeño puerto que nos han recomendado. Todo el trayecto es con viento de proa Pero al llegar vemos algo que no nos gusta. Hay una grúa intentando mover un velero como el nuestro que está acostado sobre las rocas que forman el muelle. Así que seguimos hasta Foça (Esquifoça), un muelle más a la griega, con agua y electricidad en un poste.

Aquí salimos a cenar y al final el lio de siempre, -es un recuerdo que nos llevamos de Turquía- el intento de engañarte con una cuenta que no es la tuya o con un cambio a Euros abusivo. Soluciones pocas y desagradable. Para empezar se niegan a darte la factura, aduciendo que es para su control gubernamental. Entonces tú dices que la necesitas para poner la denuncia en la policía turística, y el cambio lo solucionas pagando con visa. Lo que era una agradable comida, bien atendida, se transforma en un mal rato. Hay quien por cuatro cuartos pasa del tema y se deja engañar diciendo que a pesar de todo le ha salido barato.

Al final todo se arregla pero te llevas el mal gusto.

domingo

17 y 18 de julio 2010.- El mercado de Sigaçik


Volvemos a este pueblo que tanto nos ha gustado, y donde ya empezamos a conocer a la gente y ellos a nosotros. Salimos a cenar al mejor restaurante recomendado por nuestra amiga Sükra. Vamos a comer el famosos “Kalamar” de Sigaçik y no nos decepciona. Es sin duda el mejor calamar frito que hemos tomado nunca, y eso que los malagueños tienen fama de freír el pescado, y también de tener unos buenos calamares.

Acompañamos la comida de “Meses!” aperitivos que te traen en una bandeja para que escojas y dos platos de pinchos, que no tienen nada que ver con los que hemos comido en el puertecito de la cala cerca del club náutico.

El domingo salimos a las ocho de la mañana a hacer la compra y nos encontramos con la sorpresa de que aquí el mercado empieza más tarde, y que incluso los lugareños, como nos confirma Samrâd, el marinero, van por la tarde, que los precios son aún más bajos.

Es un mercado local, de productos locales y de temporada. Aquí aún no conocen los invernaderos, y todo está fresco y recién cogido. Los precios similares a los que puedas encontrar en cualquier mercado rural español.

Pero después de los supermercados y mini tiendas es una delicia llenar la despensa.

Hay muchas frutas en almíbar y vegetales en salmuera. Y gran variedad de miel y aceites “personalizados”

De las casas del pueblo que dan al mercado, salen los habitantes a vender comida preparada. Lola que es muy sensible a esas cosas, se da cuenta de que la señora de la casa, con su traje típico, está a pié de la mesa que hace de mostrador. Pero en el momento en que sale a relucir el dinero, sale a relucir el marido (chulo-padre o proxeneta) que se hace cargo del dinero. Las mujeres mayores no hablan inglés, pero todas las jovencitas sí.

Hacemos acopio de carne en la tienda de unos turcos muy simpáticos que no hablan ni jota de nada que no sea su lengua. Una carne con una pinta soberbia a un precio normal. Naturalmente cordero o ternera. De cerdo ni rastro. Compramos una chacina recién hecha. Una especie de hibrido entre salchichón y chorizo, muy blando y por señas nos dicen que necesita al menos tres días curando al aire. Ya veremos.

Para hacer estas compras, que al final suponen muchos kilos y para ello hemos creado una rutina. Nos servimos de una carretilla plegable de aluminio a la que le acoplamos una bolsa de viaje, mas bién un petate de marinero. La carretilla está muy equilibrada y se puede transportar muchos kilos sin esfuerzo



Al llegar al barco, que en este caso está atracado de proa por intimidad y por no andar moviendo la auxiliar estibada en sus pescantes, viene el proceso de subir a bordo esta carga.






Lo hacemos con la driza del espinaker y un chigre y con bolsa y todo entra por uno de los tambuchos de cubierta hasta la mesa del salón, donde se saca y se pone en su sitio. La verdad es que con nuestro actual estilo de navegar, al menos le hemos encontrado utilidad a ese aparejo.

sábado

15 y 16 de Julio 2010.- Remontando hacia el norte.

Llevo varios dias pendiente de la climatología y ha llegado el momento de comenzar a remontar la costa de Turquía, que es un precio que hay que pagar en nuestra decisión de conocer algo del sur.

A las cinco y media de la mañana, está amaneciendo y con la primera luz salimos hacia el mar, con intención de navegar el máximo posible en la dirección de la salida de esta bahia de Gocova.

El viento nos permite llevar las velas en muchos tramos y avanzamos con una fuerte corriente a favor, por lo que el resultado es que podemos doblar sin problemas la punta frente a la isla griega de Kos y acercarnos al fondeo que utrilizamos en la bajada. A las tres de la tarde y ya con vientos establecidos de treinta nudos en las rachas hemos cubierto mas de sesenta millas.

Hay una marina cerca, pero decidimos fondear a pesar del viento. Conocemos ya el sitio y sabemos que es un buen tenedero. Hay varios barcos mas y lanzamos la cadena (45 metros) en seis metros de agua y no nos movemos en toda la tarde, que pasamos viendo películas en la TV.

El agua esta enfriando y yo he metido un pié y aunque lo he sacado entero, al darme el viento tengo la sensación de que se va a cortar en dos. el viento baja a las nueve de la noche a 15 nudos y dormimos con todas las alarmas encendidas. El barco no se desplaza en toda la noche.



Salimos con una mar muy incómoda y viento fuerte de Piresum a las cinco y media de la mañana y pensamos que tendremos que ir hacia la Cala Paraiso, pero a medida que salimos de la punta comienza a calmar el viento y hacemos proa hacia la isla de Samos y el estrecho entre esta y Turquía. Cruzamos la bahia de Guelluek y comenzamos a remontar hacia Samos, aunqueel viento vuelve a aparecer y es ¡¡ Como no!! de la proa.

En el intento de resguardarnos nos acercamos lo mas posible a la costa, pero se nos dispara la alarma a mas de dos millas de la costa visible, y es que esta zona se está cubriendo de tierra y a anegado los antiguos puertos.

En el estrecho de Samos frente a Pitagorium, el viento se nos pone de forma que podemos navegar a vela. La previsión es que el viento va a caer por la tarde y decidimos dar el tirón y cruzar la bahia de Kusadasi, para terminar en la cala que conocemos cerca de Sigaçik, donde queremos llegar para descansar un día y hacer compra en el mercado del domingo.

En la cala de Dogambey, hay un barco holandés fondeado en el centro a la gira y la cala es muy pequeña. No obstante fondeamos, pues el resguardo del mar es muy bueno, aunque las rachas de viento bajan endiabladas por el valle.

Yo que he buceado en esta cala a la ida, se que el fondo es de rocas y arena. Se corre el riesgo de que salte el ancla y no agarre,... y por la popa tengo unas rocas muy poco amistosas, por lo que decidimos irnos a puerto, a unas siete millas, contra un mar incómoda y viento de treinta y cinco por la proa.

Hubiera sido un buen sitio si los barcos estubieran amarrados por popa a las piedras del norte de la cala, pero a la gira... No caben dos barcos. Y como hemos llegado los últimos, pues nos toca irnos a nosotros opara no fastidiar al holandés, !!que ya llevan lo suyo¡¡


En Sigaçic siguen siendo ambles con nosotros. Le hemos caido bien a la relaciones publicas, Sukra con su medio inglés y su entera sonrisa