Desde Poros hasta Lavrio hacemos nuestras primeras millas a vela empujados por un través de viento sur, de unos agradables quince nudos, doblando el Cabo Sunion, donde está el templo de Zeus.
En las cercanías de Lavrio hay una marina con un varadero por todo lo alto, cara y lejos de todo y el puerto comercial, tomado por las empresas de charter, cada vez mas prepotentes y que lo mires por donde lo mires y a pesar de su éxito comercial, cada vez me hacen decir mas alto. " Esto no es, esto no es".
Confieso que Lavrio no me gusta nada, pero el hecho de que varios conocidos hayan decidido pasar los inviernos en el varadero que se ha montado en la explanada del puerto, me ha hecho acercarme a ver como va la cosa, pues Lavrio está a pocos kilómetros del aeropuerto, lo que puede ser una ventaja.
Pero primero atraquemos o intentemos atracar. Me encuentro que en los sitios ocupados por las empresas de charter, donde anteriormente (previo pago) te dejaban atracar mientras sus barcos estaban en ruta y bajo el compromiso de dejar el sitio libre antes de su vuelta, ahora han colocado cabos uniendo las proas de los que quedan para impedir que puedas utilizar dichas plazas ni aunque vallas en tránsito.
A duras penas hago entrar el barco en una plaza libre en el Club Náutico. Es de otro barco que está en seco y a pesar de todo me tengo que poner terco para que no me hagan soltar amarras.
Me encuentro a un amigo que está que se lo llevan los demonios pues hace cuatro días que espera que haya una grúa libre para que le puedan poner el barco en el agua. Mientras tanto ha tenido que coger un hotel, pues no le permiten vivir a bordo ni entrar con un automóvil, con lo que todo le queda muy, muy lejos. Veremos la opinión final de otros amigos, que han dejado este año el barco ahí.
Hay cerca un gran jardín donde Drako podría jugar y dar carreras detrás de su pelota, pero tropezamos con un problema, que son los perros callejeros de Grecia.
Los Griegos son amantes de los perros, que figuran en muchas de sus leyendas mas antiguas, desde el perro Cervero, de tres cabezas, que cuida las puertas del infierno. O las representaciones de Artemisa, la Diana Cazadora que casi siempre se la representa con un perro. Y sin olvidar a Argos, el perro de Odiseo, que espera durante años en Itaka la vuelta de su amo, no muriendo hasta que puede lamer sus manos.
Pero la crisis profunda a la que se ha visto sujeta en los últimos años la población media de este país, ha llegado al punto de tenerse que tomar la decisión de dar de comer a los humanos o a las mascotas, y como siempre estas últimas han salido perdiendo y han sido abandonadas en la calle por sus dueños. Sin embargo la administración ha suministrado medios a las autoridades municipales, para que se suministrara comida y atención a estos animales, con lo que se les ha dotado de chips, desparasitado, vacunado y esterilizado y... devueltos a la calle.
En las residencias caninas, se ha dejado a los mas vulnerables por tamaño o mas fáciles de dar en adopción. El resto deambulan por las calles, mezclados entre la gente, aparentemente tranquilos, las mas delas veces durmiendo en los sitios mas inverosímiles. Por todos lados se ven recipientes con agua o comida para perros, mas por mor de la bondad de los ciudadanos, que por una eficaz administración, siendo sonados los casos de corrupción en torno al tema y los cientos de miles de euros envolsados por los de siempre.
Los perros forman parte del paisaje urbano de Grecia y hay incluso alguno que se ha hecho famoso, como LOUKANIKOS que marchaba al frente de las manifestaciones contra el gobierno del "Podemos Griego" y los terribles recortes ha que han sometido a la población. Su foto ha dado la vuelta al mundo
Pero este cuadro que aparentemente es idílico, se trunca al aparecer entre los habitantes caninos nuestro perro.
Los perros son animales muy territoriales y muy jerarquizados y han formado manadas, incluso de diez perros que han marcado una determinada zona como suya. La aparición de un extraño es una amenaza y empiezan los ladridos, los gruñidos y los pelos tiesos. Además, acostumbrados a cazar en equipo desde sus genes de lobo, te rodean silenciosos por la espalda mientras otros te distraen.
Hay que estar muy atento y ponerse muy firme en el manejo de la manada, y esperar que aún respondan a la autoridad del humano. Un golpe en el suelo, una voz. A veces en grupos pequeños una simple caricia y las correspondientes sesiones de olfateo dejan a todos en paz. por si las moscas no salimos nunca a pasear sin que nos acompañe un bastón de treking, que hasta ahora no ha sido necesario usar.
En el sitio desde donde escribo, Drako ha hecho un par de amigos con los que corre, se baña, gracias a que lo entrenamos para ser muy social.