Supongo que a todos los que viajamos sin un programa muy rígido nos ha pasado algo parecido, que es llegar aun sitio de paso y que se convierta en un alto en el camino de lo mas agradable para añadir a nuestros recuerdos.
A nosotros nos ha sucedido con Limni, un puerto diminuto en la costa de Evia al que llegamos después de los días de estrés anteriores.
Las cartas marcan a duras penas su situación pero es uno de los puertos del consorcio de Evia y decidimos echarle un vistazo.
Nos anima encontrar dentro atracado un Hanse 55 y el ver como una pala excavadora sumerge la cuchara mas de cuatro metros para sacar arena del fondo. Lo mas complicado dar la vuelta en redondo para dejar la proa dirigida a la bocana por si hay que salir a escape. Afortunadamente la ausencia de viento y la combinación de motor de proa hacen la maniobra. Los alemanes del Hanse, una pareja de nuestra edad nos ayudan. Luego llegan unos austriacos y sucesivamente varios barcos mas, que obligan a algunos a abarloarse por falta de mas muelle.
Una vuelta por el pueblo nos descubre de todo tipo de tiendas necesarias, incluso un banco y una imprenta donde nos imprimen los TEPAI y sus recibos.
Una pequeña iglesia escavada en la roca en un extremo del pueblo invitan a un paseo por el concurrido paseo marítimo, donde nuestro "Σκυλί" es acariciado, tocado y fotografiado por numerosas personas.
Por la otra banda hay un paseo un poco mas largo para llegar a un monasterio de monjas, al que no podemos entrar.
Aparece un pequeño velero, 31 pies, con dos bomberos españoles
A nosotros nos ha sucedido con Limni, un puerto diminuto en la costa de Evia al que llegamos después de los días de estrés anteriores.
Las cartas marcan a duras penas su situación pero es uno de los puertos del consorcio de Evia y decidimos echarle un vistazo.
Nos anima encontrar dentro atracado un Hanse 55 y el ver como una pala excavadora sumerge la cuchara mas de cuatro metros para sacar arena del fondo. Lo mas complicado dar la vuelta en redondo para dejar la proa dirigida a la bocana por si hay que salir a escape. Afortunadamente la ausencia de viento y la combinación de motor de proa hacen la maniobra. Los alemanes del Hanse, una pareja de nuestra edad nos ayudan. Luego llegan unos austriacos y sucesivamente varios barcos mas, que obligan a algunos a abarloarse por falta de mas muelle.
Una vuelta por el pueblo nos descubre de todo tipo de tiendas necesarias, incluso un banco y una imprenta donde nos imprimen los TEPAI y sus recibos.
Una pequeña iglesia escavada en la roca en un extremo del pueblo invitan a un paseo por el concurrido paseo marítimo, donde nuestro "Σκυλί" es acariciado, tocado y fotografiado por numerosas personas.
Por la otra banda hay un paseo un poco mas largo para llegar a un monasterio de monjas, al que no podemos entrar.
Aparece un pequeño velero, 31 pies, con dos bomberos españoles
que se dirigen a Turquía, Estambul. Estaremos con ellos en varios puertos mas del recorrido.
nota de 2021(Los vuelvo a encontrar en Junio del 2021 y me recalcan que no son bomberos)
Cuando cae la tarde todas las tripulaciones de los barcos salen a buscar donde cenar, mientras nosotros nos quedamos en el barco. Y es que cada vez me apetece menos sentarme en un restaurante a decidir entre los pocos platos apetecibles que ofrecen en la carta, y es que además esta vez hemos venido cargados con una paletilla de Ibérico y le vamos a hacer los honores.
Son tres días de paseos, pequeñas reparaciones, O el gran trabajo que ha emprendido Lola de hacer unas fundas a los cojines del salón con una tela que hemos encontrado en un mercadillo por 15 euros.
Nos quedamos tres días y nadie a venido a pedir papeles ni a cobrar, pero eso no significa que no hayamos estado controlados. En la siguiente recalada, al pagar en la oficina, aparece nuestro barco en el ordenador con la estancia sin pagar en Limni.
Hay un varadero al norte del puerto, donde deja el barco un amigo Italo-Argentino que tiene un detalle muy interesante. Al lado del varadero hay un pequeño hotel, donde gratuitamente te dan alojamiento si estás trabajando en tu barco. El precio igual a los otros. El problema es que Limni está lejos, muy lejos de casi todo. De ahí su encanto.
Os dejo un enlace a un nuevo vídeo, arte en el que soy novato, pero dura poco y da una idea del lugar.
Cuando cae la tarde todas las tripulaciones de los barcos salen a buscar donde cenar, mientras nosotros nos quedamos en el barco. Y es que cada vez me apetece menos sentarme en un restaurante a decidir entre los pocos platos apetecibles que ofrecen en la carta, y es que además esta vez hemos venido cargados con una paletilla de Ibérico y le vamos a hacer los honores.
Son tres días de paseos, pequeñas reparaciones, O el gran trabajo que ha emprendido Lola de hacer unas fundas a los cojines del salón con una tela que hemos encontrado en un mercadillo por 15 euros.
Nos quedamos tres días y nadie a venido a pedir papeles ni a cobrar, pero eso no significa que no hayamos estado controlados. En la siguiente recalada, al pagar en la oficina, aparece nuestro barco en el ordenador con la estancia sin pagar en Limni.
Hay un varadero al norte del puerto, donde deja el barco un amigo Italo-Argentino que tiene un detalle muy interesante. Al lado del varadero hay un pequeño hotel, donde gratuitamente te dan alojamiento si estás trabajando en tu barco. El precio igual a los otros. El problema es que Limni está lejos, muy lejos de casi todo. De ahí su encanto.
Os dejo un enlace a un nuevo vídeo, arte en el que soy novato, pero dura poco y da una idea del lugar.