La previsión es saltar a Italia a Santa Maria de Leuca, en la punta del tacón de la bota italiana, así que dejamos Corfú de madrugada despues de dormir lacidamente amarrados y sin que nadie nos haya venido a reclamar pago alguno.
Hoy está prevista una navegada cómoda, no hay nubes y las previsiones de ayer son que encontraremos pco viento y de través.
Pero al llegar a las últimas islas Griegas al norte de Corfú, el viento ha subido basante y una última conexión a Internet Grecia, da vientos muy fuertes de proa, que es Oeste, y supondrá dificultades si sigue para entrar en Leuca, con la vocana medio cerrada y sin posibilidad de fondear en el antepuerto por el oleaje.
Además comenzamos a escuchar los artes del canal 68 de la radio italiana y sus "Aviso di Burrasca"
Así que como no llevamos prisa decido para en la ensenada frente al puertecito de Othonoi, muy resguardado de los vientos del Oeste y el Norte.
Ahí encontramos un espigón en construcción muy avanzada al que nos amarramos , llegando a ser un total de 8 barcos los que buscábamos refugio.
Jordi nos da su particular visión de los hechos
"Al día siguiente salimos en dirección a Santa María de Leuca en Italia. Todo iba muy bien, el mar en calma, poco viento, hasta aprovechamos para leer tranquilamente en la cubierta. Corfú estaba ya a bastantes millas cuando el viento empezó a soplar con fuerza y el mar le siguió con un fuerte oleaje. Nuevamente me acojone un poco. Decidimos entonces pasar el día en Isla Noselnombre.
Cuando llegábamos a la Isla el Capitán me dijo que me pusiera en la proa para decirle las posibles rocas que viera, otra cosa más que no había hecho en mi vida. Amarramos con la ayuda de un italiano, el puerto era muy chulo pero en obras. El Capitán me comento que en Grecia pasa muy a menudo que las obras las dejen a medio terminar. Al poco rato empezó a solar un viento fuerte, habíamos tomado la decisión correcta!
Mientras el Capitán miraba una cosa yo aproveche para hacer una primera exploración del puerto y la ciudad donde estábamos. Parecía que estuviera atrapada en el tiempo. No había casi casas en el pueblo, tres o cuatro bares restaurantes y muy poca gente. Me encanto, no me pensaba poder encontrar algo así en el Mediterráneo donde todo esta tan masificado.
Me volví, comimos y tocaba siesta. Dormí poco ya que quería hacer una excursión por la isla, me gusta bastante caminar y en el barco te quedas un poco agarrotado. Subí hacia un pueblecito a la montaña desde donde se divisaba la isla. Si el pueblo de la costa era pequeño, este era diminuto. Me recordaba a los pueblos que hay perdidos por el Pirineo.
Al bajar volví al barco y salí con el Capitán a cenar. Acabamos en un restaurante donde teníamos que apartar cada dos por tres a un ejército de gatos que querían comerse nuestra cena. Disfrutamos de unas cervezas y a dormir que mañana tocaba irnos hacia Crotone."
Jordi se empeña en que comamos en la calle. No quiere marcharse sin probar la cocina griega. La cena resulta muy desagradable, rodeados de gatos que incluso tratan de subir a la mesa, la cerveza caliente y la comida... incomestible. Mala despida de tierras griegas.
El viento se pone de norte. Hay un fuerte temporal en el adriatico y el Bora llega hasta esta latitudes. Pero como somos el único barco que va hacia el sur, somos los únicos en soltar amarras muy de madrugada. Saltaremos hasta Crotone.