Se confirma nuestra previsión de que el tiempo va a empeorar en las zonas que queriamos visitar desde el puerto de Volos ( Meteora y Pelion) en esta estraña primavera y dado que Volos como ciudad y puerto no está en nuestros destinos preferidos, decidimos volver a Oreio, que este año se transformará en nuestro puerto base.
El puerto es seguro para los vientos del norte y su situación es muy buena para tener a tiro tanto el golfo Pagasitikos ( Volos) como las islas Sporadas. El sitio ideal para atracar es la cara sur del espigón, que te deja junto a una playa de aguas no muy profundas y que se calientan pronto, haciendo el baño muy agradable, pues además hay una ducha de agua dulce.
Es necesario llegar temprano (entre las 11 y las 12 del día) para poderse meter en algún hueco que dejen los transeuntes, pues es normal que haya muchos barcos que pasan aquí largas temporadas. En el espigón situado al sur se puede amarrar por las dos caras, aunque es lugar de amarre permanente de flotas de charter. También se puede fondear con cierto sosiego en la zona sur de la ensenada, antes del pequeño cabo que se vé en las cartas.
El muelle situado al Este, está dedicado a barcas pequeñas y a las terrazas de las tabernas de diferentes pelajes, sin que haya ninguna particularmente interesante. Dos panaderias, tres supermercados, carnicería, pescadería, farmacia y una bien surtida ferretería están disponibles. Y como no la visita obligada de nuestro amigo Jorge.
Marinero jubilado, que residió en Argentina algún tiempo y que volvió al pueblo familiar con una buena pensión y unos ahorros que le permitieron llevar una vida inicialmente cómoda, las sucesivas rebajas de las pensiones que Grecia ha tenido que hacer para contentar a sus socios europeos, le han reducido de tal forma sus ingresos que no se puede dar ningún lujo, incluso le impiden arreglarse la dentadura, ya que Grecia es otro de los paises donde sí hay subvenciones para cambiarse de sexo, pero no para arreglarsela boca de comer todos los dias.
Jorge, siempre correctamente vestido y pulcramente aseado nos visita cada tarde y se toma unos "mesés" (Aperitivos) que sirven junto al "Shípuro", pagando siempre alguna se las rondas. Nos cuenta cosas de su vida en el mar, de las andanzas de su hija buscando trabajo fijo en Volos, las dificultades para encontrar un mecánico varato para arreglar su bote e incluso debatimos sobre la situación politico social de Grecia. Todo un lujo poder tener este contacto tan personal con el día a día de Grecia.
Es una persona a la que le hemos cogido un gran cariño y que siempre ha estado ahí cuando le hemos necesitado. Gracias a él conocemos un poco mas la zona en que nos movemos y a los habitantes de nuestra amada Grecia.
Jorge nos cuenta el origen del Toro que se exhibe en el parque cercano, perteneciente a la pareja que coronaba los espigones del antiguo puerto, O de las catacumbas que hay debajo de la iglesia ortodosa. Nos cuenta que el hace con su bote el abastecimiento de unas monjas (Creo que mas bien una comuna hippie) que residen en la pequeña isla de Ayironisos, a unas tres millas al norte.
Entre las terrazas de las tabernas y la primera linea de casas hay una carretera que se cierra cada tarde para permitir que exista un espacio de paseo. Con la salvedad de que el pueblo está tomado por bandadas de perros callejeros que en cuanto nos ven acompañados de Drako, comienzan a ladrar al invasor de sus dominios, por lo que, por si las moscas, paseamos acompañados de un bastón. Justo es decir que no lo hemos tenido que utilizar nunca, e incluso algunos perros vienen a saludarnos y a hacerse sus correpondientes sesiones de olfateado con nuestro perro, mas interesado en su eterna pelota que en hacer vida social.
Y así se nos pasan las horas y los dias, muy cercanos a la felicidad del nirvana
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