Va finalizando nuestra estancia en Grecia y ha llegado la hora de pensar en volver a Málaga -o mas bién a la república independiente de la Costa del sol, que es otra cosa- Ya solo nos quedan unos pocos días y los aprovechamos para fondear, bañarnos y pasear por lo que hemos comenzado a llamar "El barrio".
Se trata de la zona entre Atenas y nuestro baradero de invierno. aguas conocidas con cientos de rincones en los que poder pasar el día o la noche.
Lugar de encuentro con muchos de los barcos amigos o conocidos y, desgraciadamente, la zona que soporta la mayor presión de los "charteristas" de todo tipo, por esa cercanía a las bases y el permitir derrotas bastante protegidas de los fuertes vientos del norte que se dan en Agosto.
En una de las ensenadas típicas, encontramos al Alea con Silvia y Johan, a los que conocimos en nuestro primer viaje a Grecia y que han vuelto a estas aguas después de un interesante periplo por los fiordos del cono sur americano. Solo un saludo desde lejos, van cargados de pasajeros y no es el momento.
Seguro que los encontraremos mas adelante y será muy interesante oír sus aventuras y experiencias, de los que seguramente serán ya duchos marinos.
Ver que otro mas de los "Circunnavegantes" retorna a estas aguas solo hace confirmar nuestra idea de que navegar por estas aguas es la mejor forma de terminar una vida marinera.
Nuestro destino es Poros, pero esta vez no pararemos en el puerto, sino que directamente nos vamos a la zona que hay junto al canal de salida hacia Aegina, La zona de Neorion y en concreto a Rusian Bay, la ensenada que mas nos gusta de toda la bahía, cerca del islote de Daskaleio, donde hay una pequeña construcción que no tenemos muy claro si se trata de una ermita o una vivienda privada.
El islote, al que solo se puede acceder por medio de la auxiliar, pues está rodeada de fondos muy someros, es un lugar interesante para hacer snorkel y entre las algas no es difícil encontrar nacras, lo que se suele llamar mejillones gigantes, que alcanzan medidas bastante decentes.
Un pequeño muelle al norte del islote hace fácil el desembarco.
En esta ensenada, con fondos que superan los 16 metros, aunque es posible fondear a la gira, lo mejor es hacerlo con largos a popa. Una vez que se marchan los barcos que han pasado aquí el día, el lugar es tranquilo, salvo por algunos pasos de las auxiliares que van y vienen al puerto de Poros.
Las playas, las muchas pequeñas playas, que jalonan la costa son muy acogedoras y nunca las he visto abarrotadas. La carretera que bordea la isla de Poros, invita a pasear y ver las diferentes calas, cada una con su personalidad y todas con sus aguas limpias.
Y por descontado las puestas de sol que inundan el paisaje de colores y matices a los que me empeño en captar con mi vieja cámara, sin conseguir mas que malasa aproximaciones.
Hemos pasado aquí tres días y sus noches y aunque conocido desde hace tiempo, el lugar que mas viene a mi memoria como resumen de este viaje del 2018 ahora que escribo sobre esta etapa, a escasas horas de que entre el invierno y a pocas semanas de volver a la vida, con la ilusión añadida de que seremos tres, al haber incorporado un nuevo personaje a la ya vieja relación que mantenemos Lola y Yo.
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