Tenemos tres días de espera hasta que llegue Jesús, un amigo, a pasar unos días con nosotros y lo tenemos que recoger en Corfú, así que decidimos esperar en Sivotta, un grupo de islas que conocemos y con un puerto en que nos encontramos siempre muy a nuestro gusto.
Así que en un día radiante de luz y tan solo con la "calima" típica de esta zona del Jónico y con el motor a unas 1200/1300 vueltas (casi cinco nudos ) y silencio como si fuéramos a vela vamos resbalando la costa este de Corfú, con varias calas y pequeños -minúsculos- puertos.
Quizás lo que mas sorprende la primera vez que te encuentras con ellos es ese sistema griego de puerto, consistente en una estructura de dique en la que a veces, hay unas argollas y con capacidad para siete a diez barcos a duras penas.
Espigones muchas veces construidos sobre balasto de piedras y por tanto con muy pocas posibilidades de acercar la popa sin tocar con el timón.
Por descontado no hay fondeos y tienes que utilizar tu propia cadena y ancla y tus amarras a tierra.
En general lo del agua y la electricidad no es algo que puedas encontrar fácilmente. De ahi las placas solares y los aerogeneradores, y los depósitos de reserva que llevamos a bordo.
El paisaje es repetitivo hasta la saciedad. Son islas verdes en las que aparecen dos lineas de edificaciones bien delimitadas.
Una es la de las construciones en primera línea de playa, donde es raro encontrar mas de tres alturas y mas de tres calles de fondo.
La otra es la de las cosntrucciones que se separan de las aguas, buscando mas tranquilidad y mejores vistas, unos 100 metros mas arriba y que tampoco suelen tener mas de dos calles de fondo.
Todo ello con las necesarias adataciones a unas pendientes muy pronunciadas y sobre todo sin masificaciones innecesarias en un estado, el Griego, que suma mas costas que toda África y que tiene una población total de unos 10 millones de personas, de las que casi la gran mayoria viven en el ática, la zona cercana a Atenas.
Paso obligado por las cercanias de Corfú, la capital de toda esta zona y a donde volveremos una vez mas con su barrio viejo lleno de tiendecitas y su castillo en la roca que domina la bahía
Y mas pequeños puertos en los que se apiñan todo tipo de barcos, mezclados de forma anárquica. Es el aquí te pillo aquí te mato de encontrar donde amarrar. A la gente no le gusta lo de fondear. Muchos no saben hacerlo y otros no tenian previsto pagarle a la empresa de charter el "extra" por el alquiler de una auxiliar.
Y es que la cosa no es una broma. No es que la foto siguiente sea un ejemplo de todos los dias, pero... aquí los vientos cuando dicen: a soplar, lo hacen con ganas.
...parece la pobre Grecia así arrumbada. Será repetitivo pero guapísimo, entre tanto feismo costero, empezando por el nuestro, es una bendición, ¡la vista se recrea!. Corfú nos recuerda nuestros primeros escarceos griegos y literarios. Nadie que ame ambas cosas será ajeno a la familia inglesa de los Durrell. De Lawrence, "pequeñucu y trabáu, pero más espurríu y montesín -por el Parnaso-", nos gustan sus ciclos novelísticos sobre Alejandría y Avignón, y sólo un libro sobre Grecia, "Limones amargos", agrios de verdad, de Chipre. No están mal "Reflexiones sobre una Venus marina", de Rodas y el Dodecaneso, y los italogriegos "Cefalú" y "Carrusel siciliano", aunque lo escribiera por encargo a la carrera. Pero el de las islas griegas, sobre todo en los pasajes donde, haciendo gala de una prepotencia a la altura de su fama, se queda sentado en la cubierta del barco anclado, con un daikiri en la mano mirando la isla a esa distancia -burreces que se permiten a veces los grandes, y otras peores-, ése digo, y el de Corfú "La celda de Próspero" son malákos, que es adonde queríamos llegar. Por mucho mito y mucho buen gusto que le eches, si no hay acción e historia, y no las hay, la cosa queda en una reunión de tipos fatuos y aburridos, cuando los ingleses pijos se ponen dandis y estupendos, como otros cadáveres exquisitos. Además del Teach, para disfrutar y saber de Corfú y del recorrido iniciático de un niño, de personajes como Spiros, el taxista corfiota que los recibe al llegar a la isla y al que conocerá Miller(otro que tal baila, el amigo de Larry) en su viaje griego al filo de la guerra europea, y del que también hablará -de Spiros- en sus libros "El coloso de Marussi"-el pintor Katzímbalis- y el autobiográfico "Con una pequeña ayuda de mis amigos", repito que para disfrutar con una escritura divertida, llena de peripecias, una historia vital mágica, griega y mediterránea, leed la trilogía sobre Corfú del naturalista Gerald, Mi familia y otros animales, Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses. Y, ya puestos, la divertidísima y levemente alcohólica, colección de relatos de viajes por todo el mundo en busca de animales, también el humano. Quien aprendió a mirar en Kérkyra, Córcira, Corfú y a ver Grecia, supo también penetrar el secreto de otros muchos rincones donde estuvo, observando con los ojos inquisitivos y socarrones pero inocentes y fascinados de un niño. Y hablando de niños y asombros, y de animales, Valle-Inclán lo expresó de modo sublime:
ResponderEliminar"La vaca vino a mí de luz dorada
y en sus ojos enormes con el dedo
quise tocar la claridad sagada"
Ésa ha de ser la magia de la literatura...
meter el dedo en el ojo de Corfú?. Salud.
Barbarhómiros.
El ojo en el dedo.
ResponderEliminarY, además de fatua "La celda de Próspero" es misógina y petarda.
¡Como me duele esa r ausente de sagrada! El gallego me atormentó en sueños, toda la noche corriendo detrás de mí blandiendo el bastón...
¡Veenn aquiiií, galopiiiiínn!!..., decía.
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