A las 9 de la mañana se presenta el marinero (unos 20 años) a llevarnos a Agriento a recoger el coche. Previamente hemos acordado que el costo es de 68 euros diarios (por Internet no encontramos nada por debajo de 100) y que el coche quedaría al final en el puerto, pues Agriento está a más de 7 kilómetros y en una ciudad que ha pasado de ser "la mas bella del Mediterraneo" a la "mas caótica". Después de las guerras mundiales y ante la necesidad de albergar a una población muy grande, se construyó sin sentido y en una ladera de fuerte pendiente, con un resultado de un urbanismo caótico y unas circulaciones solo entendibles con un libro de López Ibor en la mano, comentado por Franz Kafka.
Cuando, terminadas las diligencias del alquiler, llegamos al coche aparcado, llega el momento de pagar a este chaval sus desvelos y favores. Ha perdido una hora hablando por teléfono, una hora en llevarnos en su coche y pienso que una cantidad de ...
Pero él se apresura a exigirme su propina, incluso con esos ciertos malos modos que caracterizan a los "pelones". Le pregunto que cuanto considera él que debe ser su propina y me dice que 15 Euros. Yo tenía ya en la mano 20, así que, irritado, decidí que hoy las cervezas las pagaba él y le dí sus quince euros... Y salió escopetado sin decirnos por donde se salía de ese barrio de la ciudad. Nos quedamos muertos de la risa con la actuación del pobre chaval, seguramente escarmentado de "turistas".
Salir es sencillo para quien ha tenido la precaución de hacerse con un plano mental de la ciudad y al poco tiempo estamos en el Valle de los Templos, donde no pensábamos estar mas de un par de horas.
Pero la sorpresa es "monumental" (¿lo pillas?)
Se trata de las mejor conservadas ruinas de un templo griego que hemos visto jamás, pero además con el aderezo de que hay una exposición de los bronces esculturales de Igor Mitorai y el deambular por el recinto, muy bien mantenido, es un placer para la vista.
El templo de la Concordia es el mejor conservado de todos los templos griegos, ya que durante muchos años fue utilizado de iglesia cristiana, de cuyos enterramientos o catacumbas hay una gran cantidad.
Pero no termina la cosa en este paseo. La existencia de una ciudad que llega a tener 200.000 habitantes y de la que se han conservado planos ha dado la ocasión de hacer escavaciones que han recuperado infinidad de pequeños objetos.
Todo ello está recogido en un museo arqueológico, donde he visto la mejor colección de cerámicas de toda mi vida, la mayoría de ellas expuestas sin necesidad de restauración. Y parece que solo es la punta del icebert aún sin sacar.
A las tres de la tarde salimos a escape a comer a una Pizzería que nos ha sugerido un tal Diego Génova, que dice ser el propietario y que reparte propaganda en las ruinas. Diego es también el cocinero y el Metre de este restaurante, donde comemos fabulosamente bien por 14 euros un plato de pasta fresca (que prepara Diego) con vegetales del huerto (que cuida Diego) un segundo plato de escalopines al vino blanco con "patatine fritte" que son toda una delicia y fruta de la huerta de Diego.
Se ha puesto a llover a mares y poco podemos ver de la costa pero llegamos hasta Licata, pero esto os lo contaré mañana mientras navegamos hacia Malta
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