El equilibrio está en las 1400 vueltas de motor y haciendo sobre los siete nudos que quedan en seis con la fuerte corriente en contra de la zona.
Todo un problema para resolver en los exámenes de titulines haciendo muchos "numeracos" pero que en la práctica son y serán el resultado de muchas horas buscando "ese puntito" de nuestro barco.
Nuestro destino hoy está clarísimo. Queremos ver la carrera de Fórmula I fondeados y sin preocuparnos del barco.
Hemos elegido dos lugares posibles. La ensenada de Mafaltane, donde ya hemos estado en ocasiones anteriores e incluso pasado alguna noche, con su isla en medio o una cala que descubrí en la vuelta del año pasado con Agustín, pero que aún no he utilizado. La que se encuentra al norte de la punta de Pula.
Es esta última la que nos acoge y donde pasamos de la ilusión de un Fernando saltando a la primera posición en la Salida hasta la decepción de su clasificación final que deja claro que a Ferrari, como a todos los viejos, se les ha pasado el arroz en este mundo de innovación constante y empuje de los que vienen detrás. Aunque sé que Ferrari es de los míos y hará todo lo posible por seguir en la lucha, que es lo verdaderamente importante. ¿Cuanto aguantaría en pié el equipo Red Bull si se enfrentara a una racha así, como la que lleva Ferrari?
La tarde nos lleva hasta Villasimus, un puertecito deportivo muy coqueto y que deja intuir "estocadas" des de todos los costados por los que se les mire. Puerto de paso obligado durante los recorridos del verano de los potentados italianos, ahora duerme el sueño de los justos, pero con las redes extendidas a la caza de todo el que no tenga otro remedio que adentrarse en sus aguas a pasar la noche. Tiene una gasolinera muy apetecible dentro del puerto, pero nosotros nos dimos una vuelta esquivando la zodiak empeñada en amarrarnos a un pantalán y salimos a disfrutar de una preciosa noche a la playa exterior.
Otro barco de bandera española (cada vez más rara en los navegantes que se desplazan más allá de sus aguas territoriales) El "LAPA" de Tenerife en ruta en torno a Cerdeña y con destino a nuestra tierra.
La conexión a Internet nos permite ver en tiempo real los resultados de unas elecciones en las que parece que cambiamos "churras" por "merinas" Y ese destello de luz que es el movimiento 15M y que trae recuerdos de aquel otro mayo de hace casi cuarenta y cinco años, en que perdimos la oportunidad.
Y ahora, aunque no sea cuestión náutica voy a insertar un pensamiento encontrado en la red de un fraile franciscano-a pesar de ser Arzobispo de Tánger-, Santiago Agrelo.
Y es que desde esta popa se ve algo más que el mar
"En una situación así sorprendía que no se hubiese levantado ya un viento de protesta"
Santiago Agrelo, 20 de mayo de 2011
Silvia Rozas me pregunta: ¿Qué piensas de @acampadasol? ¿Qué piensas del movimiento de indignación? Querida Silvia: la tuya es mucha pregunta para quien tiene sólo una versión mediatizada de lo que está aconteciendo. Aun así, intentaré decir algo sobre ello, aunque no sea otra cosa que pensamientos sueltos de un espectador lejano.
Cuando empezaron en los países del Norte de África los movimientos populares que reivindicaban justicia y libertad, intuí que aquello era el principio de un proceso que se extendería también a los países de Europa. La mía no era una intuición profética sino una deducción lógica: La mentira es un verbo perverso que ha puesto su tienda en la política; la corrupción ha invadido y gangrenado los tejidos de la sociedad; desigualdades lesivas de la vista y de la conciencia, injusticia, opresión, prepotencia, son corrosivos echados cada día sobre la piel de los pobres.
En una situación así sorprendía que no se hubiese levantado ya un viento de protesta, hería el conformismo de los jóvenes, y me parecía suicida el sopor de las conciencias. El grito de los pobres contra la injusticia lo dan desde hace mucho tiempo los emigrantes, que llevaron a los caminos la rebelión de los oprimidos, su lucha por una utopía de libertad y justicia.
Pero ese grito no tuvo, no tiene, una estructura de poder que lo haga resonar en los oídos de la sociedad. No interesaba oírlo. Hemos aprendido que mueren, como en su día aprendimos la tabla de multiplicar. Ahora, cuando la humillación entra en nuestras casas en forma de crisis que te niega la dignidad del trabajo y la justicia del pan, ahora caemos en la cuenta de que hay cosas que cambiar. Y ésta es la verdadera cuestión: ¿Qué es lo que se ha de cambiar? He oído hablar de la ley electoral, de las listas de los partidos…
Supongo que en el deseo de todos está lograr unas estructuras democráticas que permitan a los ciudadanos una mayor participación en la decisión política y un mayor control sobre quienes ejercen el poder. Sería difícil no compartir de corazón aquellas preocupaciones y estos objetivos. Pero no he oído hablar de compromiso personal con los pobres, de solidaridad personal con los que no producen, de austeridad personal para compartir con el más desafortunado lo que no hemos malgastado.
Es ciertamente importante el cambio que hemos de exigir a los políticos, pero lo es más, creo yo, el que hemos de exigirnos a nosotros mismos; y éste, el mío, es un cambio que está en mis manos hacer y del que yo solo soy responsable. Veo con esperanza lo que acontece, y no olvido que está en mi mano realizar ya algo de cuanto espero.
Por eso, hermana Silvia, quiero cerrar esta respuesta con una cita de una mujer que se echó a la calle porque le dolían sus hermanos: "Ofrecer a quienes viven en nuestro entorno el amor que hemos recibido, dar hasta sentir daño porque el amor auténtico hiere, es por lo que tenemos que amar hasta sentir dolor: a través de nuestro tiempo, de nuestras manos, de nuestros corazones. Tenemos que compartir todo lo que tenemos" (Teresa de Calcuta). Indignarse sin amar crea siempre nuevas víctimas.
Un abrazo de tu hermano menor.
"En una situación así sorprendía que no se hubiese levantado ya un viento de protesta"
Santiago Agrelo, 20 de mayo de 2011
Silvia Rozas me pregunta: ¿Qué piensas de @acampadasol? ¿Qué piensas del movimiento de indignación? Querida Silvia: la tuya es mucha pregunta para quien tiene sólo una versión mediatizada de lo que está aconteciendo. Aun así, intentaré decir algo sobre ello, aunque no sea otra cosa que pensamientos sueltos de un espectador lejano.
Cuando empezaron en los países del Norte de África los movimientos populares que reivindicaban justicia y libertad, intuí que aquello era el principio de un proceso que se extendería también a los países de Europa. La mía no era una intuición profética sino una deducción lógica: La mentira es un verbo perverso que ha puesto su tienda en la política; la corrupción ha invadido y gangrenado los tejidos de la sociedad; desigualdades lesivas de la vista y de la conciencia, injusticia, opresión, prepotencia, son corrosivos echados cada día sobre la piel de los pobres.
En una situación así sorprendía que no se hubiese levantado ya un viento de protesta, hería el conformismo de los jóvenes, y me parecía suicida el sopor de las conciencias. El grito de los pobres contra la injusticia lo dan desde hace mucho tiempo los emigrantes, que llevaron a los caminos la rebelión de los oprimidos, su lucha por una utopía de libertad y justicia.
Pero ese grito no tuvo, no tiene, una estructura de poder que lo haga resonar en los oídos de la sociedad. No interesaba oírlo. Hemos aprendido que mueren, como en su día aprendimos la tabla de multiplicar. Ahora, cuando la humillación entra en nuestras casas en forma de crisis que te niega la dignidad del trabajo y la justicia del pan, ahora caemos en la cuenta de que hay cosas que cambiar. Y ésta es la verdadera cuestión: ¿Qué es lo que se ha de cambiar? He oído hablar de la ley electoral, de las listas de los partidos…
Supongo que en el deseo de todos está lograr unas estructuras democráticas que permitan a los ciudadanos una mayor participación en la decisión política y un mayor control sobre quienes ejercen el poder. Sería difícil no compartir de corazón aquellas preocupaciones y estos objetivos. Pero no he oído hablar de compromiso personal con los pobres, de solidaridad personal con los que no producen, de austeridad personal para compartir con el más desafortunado lo que no hemos malgastado.
Es ciertamente importante el cambio que hemos de exigir a los políticos, pero lo es más, creo yo, el que hemos de exigirnos a nosotros mismos; y éste, el mío, es un cambio que está en mis manos hacer y del que yo solo soy responsable. Veo con esperanza lo que acontece, y no olvido que está en mi mano realizar ya algo de cuanto espero.
Por eso, hermana Silvia, quiero cerrar esta respuesta con una cita de una mujer que se echó a la calle porque le dolían sus hermanos: "Ofrecer a quienes viven en nuestro entorno el amor que hemos recibido, dar hasta sentir daño porque el amor auténtico hiere, es por lo que tenemos que amar hasta sentir dolor: a través de nuestro tiempo, de nuestras manos, de nuestros corazones. Tenemos que compartir todo lo que tenemos" (Teresa de Calcuta). Indignarse sin amar crea siempre nuevas víctimas.
Un abrazo de tu hermano menor.
Nos faltó tocar más tierra Teach, pero lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.
ResponderEliminarTe sigo, un abrazo. Agus