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viernes

14-08-2009 de Fornells a Soller en Mallorca



Saltamos de Fornells en Menorca hasta Mallorca, sin una idea muy clara de donde parar. Poyensa, La ensenada de los catalanes, La calobra, Soller, Deia, La Foradada...

Vamos a vela y sin prisa, pero el prometido viento portante se nos niega este viaje y tenemos que ceñir a rabiar. Parece que nos lleva a Poyensa.

Pero al llegar al cabo Formentor, el viento se va a la aleta y podemos seguir por la parte norte de la isla. Una zona que nos gusta sobremanera y donde cada vez vamos encontrando pequeños rincones que no conociamos, como esta pequeña aldea de pescadores de la foto.

Nuestra idea en vista de la previsión de noche totalmente serena es dormir al resguardo de La Foradada, pero al pasar por delante de Soller el viento ha alcanzado los 25 nudos, así que como son las siete de la tarde decidimos entrar a hacer tiempo y gasoil.

Fracasamos en lo del combustible, pues el gasolinero, al que conocemos de hace años, nos dice que naranjas de la china. Que su horario termina a las siete y son las siete y media y que me amarre al muelle y que mañana estará aquí a las nueve y que seremos los primeros.

El único sitio para amarrar al muelle es la punta del mismo. Inicio la maniobra contando con que alguno de los muchos "patrones" que hay en los barcos cercanos nos alargue una mano, pues las bitas están muy lejos y hay que cuadrar el barco a la primera porque no hay espacio. Creo que aún siguen mirando, porque no movieron ni un músculo de la cara mientras Lola se dejaba la piel intentando amarrar. Se me olvidó que estamos en España, que ha cambiado el " Sonría, por favor" por el " Anda y que te folle un pez".


Salimos a dar una vuelta por este sitio encantador y lamento no llevar máquina de fotos para contar lo que viene.

En la carretera que bordea la playa, originalmente estaban y por este orden, la playa, las vías del tren, la carretera de doble sentido a la antigua, una acera de dos metros, las cercas de las casas, una zona de jardín y las fachadas de las casas,

Pero poco a poco las casas van siendo transformadas en locales comerciales, desaparecen los jardines, y en su lugar se ponen terrazas o expositores hasta la linea de las cercas de las casas.

El siguiente paso es la invasión de la acera por anuncios de los restaurantes, nuevos expositores de las tiendas de recuerdos, que sumadas a farolas, señales de tráfico, buzones, etc impiden circular por la acera, con el consiguiente peligro para el viandante.

Algún genio, inhabilita una de las direcciones de la carretera, pone unos mojones en el centro y dedica ahora la calzada a paseo y la acera es invadida ya totalmente por las mesas de los restaurantes y las perchas.

Pero esto no ha parado ahí. Los restaurantes han creado una tarima que va invadiendo la calzada como una prolongación de la acera, con lo que ya casi no queda sitio en la calzada.

Hay un particular, que es el dueño del local comercial, que está usando un espacio que es mio, por ser un espacio público. La acera y la calzada. Y detrás de todo ello hay un político ( el color de sus siglas es lo de menos, pues con el adjetivo ha quedado suficientemente calificado, aunque mas bien habrá que pensar en los adjetivos descalificadores para una nueva gramática) que ha dado los permisos y al que habría que mirar su cuenta corriente.

Y lo mas triste es que después de este ejercicio de egoísmo por parte de propietario y administración, los locales siguen llenando solo las dos primeras filas de mesas estén donde estén, salvo el que ha conservado el jardín original, el mas caro y el único completamente lleno.

Pues eso, por lo de "Anda y que te folle un pez"

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