Despues de los dos dias de viaje en coche, por carreteras difíciles y lentas, casi nos parece que el barco camina desbocado. En pocas horas y sin una sola gota de viento nos dirigimos a Oreio por segunda vez. La anterior nos hemos marchado sin pagar, pero con la promesa de que volvíamos en unos dias y hemos de ser fieles a nuestra palabra, aunque a muchos les suene esa actitud a chino.
Pero cuando vienes de una historia cultural donde un simple apretón de manos es mas fuerte contrato que el firmado ante un notario y si quieres denunciar con rigor la falta de compromiso de nuestros gobernantes con la palabra empeñada, debes de actuar de acorde a este principio. Yo reconozco que si tengo éxito profesional, abandonaré Vallecas y me iré a vivir a Galapagar. ¿Por que no? Si podemos, podemos.
Trataremos también de resolver un enigma, y es la existencia de un tal Jorgos, que habla español y que es conocedor de un vino rosado bueno que incluso te trae en garrafas al barco a 10 euros la de 5 litros, pero no damos con él. Solo habla un poco de español el dueño de la panadería, casado con una gallega.
Lo que si nos llegan son muy buenas referencias de todos los que tienen el barco varado en seco aquí en Oreio, y que será uno de nuestros sitios de referencia por estas aguas.
El día 2 de junio salimos hacia las esporadas del Oeste, en concreto hacia Skiatos, del que no tenemos en particular un grato recuerdo, aunque vamos con la esperanza de que con el paso del tiempo haya mejorado.
Vana esperanza. Para empezar el muelle formado por unos pantalanes flotantes, se ha roto y es hasta peligroso intentar amarrar en él. Los charter y sobre todo los barcos de escursiones diarias han acaparado los puestos de atraque del dique principal. Las torretas de servicios están destruidas en su mayoría. Las pocas que quedan en pié sobre utilizadas. La figura del aguador inexistente.
Conseguimos amarrar aprovechando que un barco salía justo en ese momento delante nuestra tomando la delantera a varios barcos ( mas de diez) que andaban al acecho.
Estamos muy cerca del muelle del ferry y cada vez que uno hace maniobra, saltamos como cabras locas.
Vuelvo a reflexionar sobre como ha ido cambiando la sociedad a lo largo de mi vida.
Cuando con 15 años, pescando Palometas en el Cantábrico, vi mi primer velero navegando me dije a mi mismo "algún día" y hoy sesenta años después mi deseo se ha cumplido. Mi deseo y el de otros muchos en muchas cosas y muy dispares. No ha sido fácil en absoluto, pero lo he conseguido en gran medida y sin hacer mal ni explotar a nadie. Y cuando el feliz navegante se acercaba a nuestro puerto, nos volcábamos en atenciones hacia él. Lo tratábamos de la forma que esperábamos ser tratados.
Pero la llegada del "Low Cost" a propiciado que cientos de miles de personas puedan llegar a miles de sitios y el viaje turístico a derivado a otra cosa.
Para empezar aquellas puertas abiertas que veíamos al subir las escaleras, están cerradas o han desaparecido con lo que la pregunta es ¿para que esforzarse en subirla? Hoy si aparece un barco en tu horizonte seguramente vaya acompañado de la frustrante idea de que es casi imposible el " algún día" y así miles y miles de heroicos y esforzados ciudadanos optan por pasar cinco días en un charter, para conseguir la imagen para la red social, pero no se acercarán a las sensaciones que sentimos los otros.
Y el mercado, el inhumano mercado, para el que esperanza, superación, sueños, auto-realización, no son activos con valor ninguno, nos arrincona. Rota la escalera de superación social, sin puertas a las que asomarse, incluso habiendo desvirtuado la democracia hasta haberla convertido en un mero sufragio universal, es mas cómodo hacer números con unidades coherentes, que no se desvíen de la norma. Así que por lo que podamos suponer de subversión a sus normas, nos marginan si no nos atacan.
No me cabe duda de que esa frustración en la que vive la sociedad actual está detrás de los trompetazos, curiosamente dados con bocinas de niebla, a que nos someten todos los "tifosi" que deambulan por el muelle, solo a los barcos privados, no a los de excursiones.
A ello se suma que con la victoria de algún equipo, se disparan petardos y fuegos artificiales, que nuestro perro aguanta asustado debajo de la mesa
Una auténtica pesadilla en esta
fotogénica isla cuyo grito de guerra, robado a Skopelos es !!MAMA MIA¡¡