El viento sigue soplando fuerte por las tardes pero de mañana no hay apenas viento. Salimos a motor de Sogut para volver a la bahía de hace dos días, pero con idea de amarrarnos a uno de los muelles que preparan los restaurantes para sus clientes, de forma que si cenas o comes no pagas nada por el atraque.
Al llegar el viento sopla de costado y el atraque es a base de fuerza bruta, aunque más por culpa de los ayudantes de tierra (los camareros) que no pueden entender que un barco pueda bornear sobre las amarras con el motor. Un día debo de comentar esta peculiaridad de Turquía.
El muelle de pilotes de madera es todo un poema aunque analizándolo está muy sólidamente construido. Hay agua y electricidad ¡todo un lujo! Incluso se puede hacer compra de hielo, claro que a tenor del pantalán, son “barras de las de antes”.
Hay que tener cuidado en estos sitios con las posibles ratas y lo mejor es tomar precauciones, pues se suben por los cabos de amarre de la popa. Una solución muy extendida, fácil y barata es la de las botellas de agua, como enla foto que cuelgo en esta página
Nuestra intención era dejar el barco para adentrarnos entre los pinos, pero nos encontramos que solo se pude caminar por la polvorienta carretera, ya que no hay ni senderos ni trochas que permitan entrar entre este amasijo de vegetación que rodea a los pinos centenarios.
Así que el plan se transforma en irnos a un conato de playa con la auxiliar a un resguardo del viento. Allí buceo y de nuevo comprobar que la vida debajo de esta agua es nula.
Encontramos a la goleta con bandera española, que nos invitan a subir a bordo y pasamos un buen rato de charla y contando experiencias. Un grupo de amigos de Madrid que en número de trece han alquilado esta goleta de treinta metros con nueve camarotes con todo incluido.
No les veo muy contentos. De momento nos invitan a te y nos sirven bolsitas de “lipton”. Visitamos el interior del barco y salimos muy decepcionados. Es muy oscuro y las maderas son de muy mala calidad y el trabajo no demasiado fino. No sé como transmitirlo. Muy sólido pero muy basto.
Nos comentan que casi se tienen que amotinar para que el capitán sacase las velas, y que está constantemente queriéndoles llevar a sitios donde hacer compras, excursiones o cenas no incluidas. Es decir donde pueda sacar una comisión, lo que está bastante lejos de la imagen que se habían hecho. Supongo que contratar desde España este tipo de viaje es como jugar a la lotería.
A la vuelta a nuestro “pequeñísimo barco” podemos acercarnos a la escultura que sobre un bajo reproduce una sirena.
Cenamos en el restaurante muy bien. Una selección de “Messes” y “Kebaks” y unos pasteles caseros de hojaldre indescriptiblemente buenos. El viento cesa a las dos de la mañana.