Tras de la levantada del ancla que os contaba en el anterior capítulo, nos dirigimos a la ensenada de Poros, trayecto a vela casi todo el tiempo, salvo las últimas cinco o seis millas en que empleamos el motor para remontar el viento en la proa.
No renuncio a dejaros una vista sacada de Google Heart en que se precia la gran ensenada, uno de los puertos naturales mejor protegidos del Egeo, donde se asiente uno de los puntos de visita obligada para cualquier navegante de estas aguas..
Se entra desde el sur a través de un canal de unos seis metros de fondo, donde a lo largo de toda la costa existe un muelle de unos 50 cm de altura al que se van amarrando barcos y mas barcos, casi todos por el procedimiento de soltar el ancla, dar marcha atrás y amarrarse al muelle..
Nosotros preferimos la zona de este paso, para evitar la otra ensenada donde atracan los charters, con el peligro de colisiones y enganches que ellos supone.
El elemento mas significativo de Poros es la torre del reloj que desde hace mas de 200 años preside la elevación que se alza en la punta de rocas y a la que rodea todo el pueblo.
Durante años las campanas de este reloj sonaban cada cuarto de hora y presidian toda la actividad de Poros, pero hoy en día están calladas y sometidas a una restauración, que se terminó hace un par de años...aunque las campanas no han vuelto a sonar.
Merece la pena hacer un paseo por la parte interior del pueblo y ascender hasta la torre del reloj. Parece que estás en otro planeta, que el tiempo se ha detenido en sus empinadas callejuelas, sin circulación rodada, salvo alguna motocicleta
Ganada cierta altura se puede contemplar las tranquilas aguas y la gran cantidad de embarcaciones que aparte de amarradas pasan largas temporadas fondeadas en sus aguas.
La entrada que hemos utilizado viniendo de la Hermionida.
El canal donde estamos fondeados, con la ciudad de Galatas en la orilla opuesta. Hay un servicio de barcas para cruzar a un euro el viaje y con una frecuencia de cada 10 minutos. Nosotros solemos ir a comprar a Galatas, menos turístico, mas barato, mas tranquilo.
La gran ensenada que conduce a la entrada por el norte, viniendo de Atenas o Aegina
O la ensenada donde atracan a diario los cientos de barcos de charter
Y a nuestras espaldas el cerro donde se alberga el pueblo.
Esta disposición es atípica de las islas griegas de Cicladas o Dodecanaso, donde en general "la chora" está lejos del "Vathi" o puerto. Sin embargo es la forma normal para toda esta área del Argosarónico.
Durante la caminata se pasa por las cerrcanias de varias iglesias ortodoxas, que van desde lo barroco y recargado de algunas de ellas,
Hasta la sencillez de algunas pequeñas hermitas.
Una vez llegado arriba es un buen momento para sacar una foto de recuerdo de este emplazamiento que va a ser durante varios días nuestro hogar