Al salir de la ensenada, vemos uno de los muchos edificios que hay en Turquía en esqueleto de obra a medio terminar. Las imposibilidades de pagar los altísimos intereses por un crédito, cooperativas arruinadas, o estafadas, hacen que edificar sea una aventura de riesgo. Por todos los lados vemos edificios que no se han acabado y llevan abandonados hace años.
Nos dirigimos a motor hacia una cala cercana que no tiene nombre y que el derrotero del Imray dice que los visitantes han terminado llamando “Paradise Bay”. El nombre tan sugerente debe merecer al menos un vistazo.
Se trata de una ensenada rodeada de pinos, aguas calientes y transparentes, donde fondeamos en el centro en cinco metros de agua a pasar el día completo. La zona está plagada de piscifactorías y en la costa los parecen los barracones donde viven los pescadores y guardan los pertrechos.
Con la auxiliar damos una vuelta de inspección y encontramos alguno pescador con redes de trasmallo que hace algunas capturas de tamaño mediano. Naturalmente son piezas escapadas de las piscifactorías. Nos ofrecen el pescado, pero sigo sin querer comer algo que se ha comido algo que yo ya he comido antes. Vosotros me entedéis.
En una de las puntas encontramos erizos, a los que somos fervientes aficionados. Mientras Lola recoge “Bigaros” por las rocas yo me sumerjo a por los erizos. Están bastante profundos y se nota que el sitio ha sido “depredado” recientemente.
De repente en unas piedras comienzan a aparecer ostras en cantidades increíbles. Curiosamente hay incluso cajas llenas de ellas. Todo hace pensar en que algún barco o puede que las inexistentes bateas a que hace referencia el derrotero se hayan hundido por algún temporal. Recojo unas docenas para probarlas, Ya que están vivas y llenas a rabiar.
Tienen un nacar precioso, pero el Bicho está a medio camino entre la ostra y la vieira. Desde luego no son las “Cleer Verd” de Arcachón, pero tampoco son tan bastas como los ostiones.
Comida de lujo con sidra bien fresca, que puedo escanciar sin problemas ante la falta de viento. Por la tarde música, lectura, nuevo baño, un “frappé” y expedición cinegética por el interior del barco. ¿Con que demonios muerden las moscas?