Columnas de Parokia |
La navegación a vela impulsados por un escaso norte es placentera pero se nos sigue negando la pesca. Estamos a cero.
Aunque inicialmente nuestra ruta es a Nasos a poco mas de la mitad de camino, decidimos hacer un cambio y dirigirnos hacia Parox y en concreto al puerto de Parokia, que solo pudimos ver de noche y recordábamos que había una muy bonita ciudad antigua en el mismo puerto.
Ruta inicial y derrota final |
A una distancia de la costa de casi una milla y en las cercanías ponemos motor y recogemos las cañas de curricán.
Para recoger las muestras me pongo de espaldas a la proa para accionar los carretes y cuando ya tengo en la mano la cucharilla me vuelvo a buscar el corcho donde la pincho.
Por el rabillo del ojo veo algo que me eriza el cabello y dispara mi adrenalina, dando un salto hacia el mando del motor cambiando a la marcha atrás al tope de vueltas que permite el motor hasta detener el barco.
Hemos quedado a menos de cinco metros de una roca que emerge apenas medio metro.
Rocas en mitad de la nada |
El bajo está marcado en las cartas, pero a la escala que se maneja el ploter no se aprecia.
Pero no voy a buscar ninguna escusa. La culpa es solo mía, que no seguía los consejos que doy a los demás, y es que por Grecia hay que navegar de día, revisar las cartas y las fotos de satélite y así todo llevar un ojo puesto en el mar. Este es solo uno de los miles de ellos que hay por todos los lados.
Esta vez nos hemos salvado, aunque aun me siguen temblando las piernas del susto que nos hemos llevado.
Parokia no nos defrauda y podemos pasear tranquilamente por sus calles y sacar fotos y mas fotos.
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