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lunes

09-06.-DE ALBAIDAS Y PEZONES.-

Cuando era un crio, a uno de mis amigos de aquella época, le dieron con una pelota en una de las "ídem", y por puro mimetismo se le inflamó hasta tener el tamaño de una pelota de balón mano, por lo que el golpe no fue completo ya que le dieron con una pelota de futbol.

Corrida la voz de tan grande suceso, los compañeros del colegio, escusados en una de las virtudes que el cura Antonio nos inculcaba, visitábamos al enfermo, que nos enseñaba el descomunal cojón, que su madre, recatadamente denominaba " albaida".

Esa fue la primera noticia de que a uno se le podían inflar las albaidas.

La última ha sido la tarde del día 8 en que cansado de esperar un parte meteorológicamente correcto, me he liado la manta a la cabeza y he decidido pasar a Cerdeña con el viento por la cara.
Era eso o esperar a que se pasaran los días y se acabara la racha de sucesiones de ola fuerte del norte por el viento del golfo de León o rachas fortísimas en el sur de Cerdeña por el temporal en Alboran-Argel.

Mayor y trinqueta durante 5 horas a seis/siete nudos. motor y velas durante el resto del viaje, otras 32 horas donde se cumplió que el viento no pudo levantar ola de mas de 1 metro y pudimos arribar a Carloforte, en la isla de San Pietro.

Poco que contar del viaje si exceptuamos que le he retirado el saludo a la Jefa por culpa de los pezones.

Os lo cuento y de paso aclaro que pezones nos tacaron en Palma, sobre lo que he recibido algún correo privado

Cañas y carretes arrastrando pulpos y rafias con doble anzuelo, con nailon trenzado para 150 libras, velocidad cerca de los siete nudos y a unas treinta millas de Mahón.

El primer tirón ha sido tan descomunal que casi vacía el tambor. Paramos el barco y a la lucha. El freno a tope y vuelta a vuelta se recoge más de la mitad del hilo, hasta que un monstruo de las profundidades, Un atún o un emperador de tamaño descomunal da un salto fuera del agua y del tirón rompe el aparejo partido por encima del plomo, llevándoselo todo.

Sin tiempo a descansar, la otra caña comienza a tirar de carraca y esta vez es un atún de unos 12-15 kilos el que viene enganchado.

Cuando está cerca del barco, le paso la caña a la Jefa, y me dispongo a engancharlo con el "cocle" para subirlo a bordo. Pero a la jefa no se le ocurre otra cosa que levantar al bicho del agua, momento que aprovecha para dar un coletazo (el pez) apoyado en el barco y salir a escape, dejándonos con dos palmos de narices.

Sigo un poco sorprendido de que no la haya chillado, ni insultado ni golpeado con el martillo en las puntas de los dedos. Pero he decidido no hablarla. Supongo que estaréis de acuerdo conmigo que después de esto es la mínima represalia que debo de tomar.

Así que en vista de que la pesca esta vez y por primera vez en una travesía larga se nos ha negado solo he podido hacerme las fotos con "los pezones" que nos acompañan en el barco y que son unos cojines (que no albaidas) que pescamos en el último Salón de Madrid. Muy pero que muy amables y amorosos a los que por su tamaño hemos denominado " los pezones" y que fueron los que nos tocaron los amigos de Palma.

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