A mi amigo Ramiro Rodriguez Prada y en homenaje --->a su blog al que le he cogidas prestadas las fotos de hoy
Salí a tirar la basura
Había en ella los restos de una buena comilona. Taitantos (mas bien taitantísimos) lo merecían casi como si hubiera sido una celebración de un "no cumpleaños", pero sin conejo, del Pais de las Maravillas. En las bolsas de plástico hasta asomaba una angula que se escapó de la pitanza y sonaban cantarinos los envases del cava consumido.
Como siempre llevaba otra bolsa oculta de la que me quería desprender para siempre pero que misteriosamente volvía mi una y otra vez. En ella había metido los malos recuerdos, los fracasos,las victorias a medias. las decepciones de amigos y conocidos, la traición de mi madre y mi hermana...
Algo me decía que esta vez lo podría conseguir, sobre todo porque estaba saliendo airoso de todo el proceso de este invierno terrible acosado por la enfermedad de mi cuerpo y mi cartera ¿por que no hacerlo también de lo que afectaba a mi alma".
Tras amarrar la auxiliar al muelle y mientras caminaba hacia el contenedor a lo lejos entre las sombras comencé a ver una figura desconocida que se dirigía hacia mí con una bolsa en las manos .Un viejo de pelo blanco, cara muy arrugada, barriga cervecera, piernas flojas y vestido muy de cualquier forma, respirando entrecortadamente y denotando un esfuerzo al caminar poco proporcionado al peso de la bolsa de basura del tamaño de la mía.
Poco dado a asustarme de nada ni de nadie, esta figura me daba un miedo profundo y aunque no quería demostrárselo, trataba por todos los medios de cruzarme con él cuanto antes, así que sin dejar de mirarle aceleré el paso, hasta que algo se me interpuso en mi visión periférica y que no era otra cosa que una hermosa cornucopia que enmarcaba un espejo de cuerpo entero que alguien había dejado abandonada en la calle y donde lo que estaba viendo era mi propio reflejo.
Sorprendido de lo diferente que era esa imagen de la que yo tenía de mi mismo me asaltaron las lágrimas y un gemido fue saliendo desde lo mas profundo de mi al hacerme consciente, por primera vez, de que en el paso del tiempo se acercaba a su fin, de que el camino por recorrer era ya mucho mas pequeño que el recorrido, que ya no quedaba apenas margen para corregir errores.
No puedo recordar ahora exactamente cual era mi sentimiento en ese momento, pero si que, aunque no lo había tenido presente hasta ahora, nuestro paso por la vida es corto y rápido. La rabia me invadía de pensar en cuanto desperdicio y falta de lógica había en la muerte de un ser humano. Todo el esfuerzo y gasto de energía que se había consumido en hacer del óvulo fecundado un ser capaz de intuir la transcendencia del Bosón de Huges no debería, -que poder si que parece que se podía-, desaparecer en la nada.¡¡ Que desperdicio!!
No se si influido por mi bolsa de basura o como un brindis al sol y a mi juventud, vino a mi mente la palabra "NAUSEA" descubierta en las lecturas de las divagaciones de Antoine Roquentín, personaje de J.P. Sartre.
...y esa nausea tan intelectual y tan asumida de mi juventud que había llegado -por asumida- a estar casi olvidada me la devolvía el espejo como una broma del Sombrerero Loco. Porque ahora con la vida vivida no es tan sencillo aceptarla.
Dí un paso para atravesar el espejo y enfrentarme a cualquier realidad que pudiera encontrar, pero el espejo ya no estaba ahí y yo no sabía, aun no lo se, de que lado del espejo estaba. Por un lado notaba que me dolian las piernas y me costaba respirar y por otro me saltaba la rebeldía ante algo que creía injusto.
Y así como muchas veces me metía entre paréntesis para aislarme, esta vez volvía al barco con toda mi basura y metido entre signos de interrogación.
Solo una cosa parecía estar clara. No se puede estar tanto tiempo sin tirar la basura.
Salí a tirar la basura
Había en ella los restos de una buena comilona. Taitantos (mas bien taitantísimos) lo merecían casi como si hubiera sido una celebración de un "no cumpleaños", pero sin conejo, del Pais de las Maravillas. En las bolsas de plástico hasta asomaba una angula que se escapó de la pitanza y sonaban cantarinos los envases del cava consumido.
Como siempre llevaba otra bolsa oculta de la que me quería desprender para siempre pero que misteriosamente volvía mi una y otra vez. En ella había metido los malos recuerdos, los fracasos,las victorias a medias. las decepciones de amigos y conocidos, la traición de mi madre y mi hermana...
Algo me decía que esta vez lo podría conseguir, sobre todo porque estaba saliendo airoso de todo el proceso de este invierno terrible acosado por la enfermedad de mi cuerpo y mi cartera ¿por que no hacerlo también de lo que afectaba a mi alma".
Tras amarrar la auxiliar al muelle y mientras caminaba hacia el contenedor a lo lejos entre las sombras comencé a ver una figura desconocida que se dirigía hacia mí con una bolsa en las manos .Un viejo de pelo blanco, cara muy arrugada, barriga cervecera, piernas flojas y vestido muy de cualquier forma, respirando entrecortadamente y denotando un esfuerzo al caminar poco proporcionado al peso de la bolsa de basura del tamaño de la mía.
Poco dado a asustarme de nada ni de nadie, esta figura me daba un miedo profundo y aunque no quería demostrárselo, trataba por todos los medios de cruzarme con él cuanto antes, así que sin dejar de mirarle aceleré el paso, hasta que algo se me interpuso en mi visión periférica y que no era otra cosa que una hermosa cornucopia que enmarcaba un espejo de cuerpo entero que alguien había dejado abandonada en la calle y donde lo que estaba viendo era mi propio reflejo.
Sorprendido de lo diferente que era esa imagen de la que yo tenía de mi mismo me asaltaron las lágrimas y un gemido fue saliendo desde lo mas profundo de mi al hacerme consciente, por primera vez, de que en el paso del tiempo se acercaba a su fin, de que el camino por recorrer era ya mucho mas pequeño que el recorrido, que ya no quedaba apenas margen para corregir errores.
No puedo recordar ahora exactamente cual era mi sentimiento en ese momento, pero si que, aunque no lo había tenido presente hasta ahora, nuestro paso por la vida es corto y rápido. La rabia me invadía de pensar en cuanto desperdicio y falta de lógica había en la muerte de un ser humano. Todo el esfuerzo y gasto de energía que se había consumido en hacer del óvulo fecundado un ser capaz de intuir la transcendencia del Bosón de Huges no debería, -que poder si que parece que se podía-, desaparecer en la nada.¡¡ Que desperdicio!!
No se si influido por mi bolsa de basura o como un brindis al sol y a mi juventud, vino a mi mente la palabra "NAUSEA" descubierta en las lecturas de las divagaciones de Antoine Roquentín, personaje de J.P. Sartre.
...y esa nausea tan intelectual y tan asumida de mi juventud que había llegado -por asumida- a estar casi olvidada me la devolvía el espejo como una broma del Sombrerero Loco. Porque ahora con la vida vivida no es tan sencillo aceptarla.
Dí un paso para atravesar el espejo y enfrentarme a cualquier realidad que pudiera encontrar, pero el espejo ya no estaba ahí y yo no sabía, aun no lo se, de que lado del espejo estaba. Por un lado notaba que me dolian las piernas y me costaba respirar y por otro me saltaba la rebeldía ante algo que creía injusto.
Y así como muchas veces me metía entre paréntesis para aislarme, esta vez volvía al barco con toda mi basura y metido entre signos de interrogación.
Solo una cosa parecía estar clara. No se puede estar tanto tiempo sin tirar la basura.