Para entender esta entrada hay que remontarse a julio de 2010, cuando recogimos a unos Asturianos que esperaban un ferry en Skyros para ir a Alonnisos, y la aventura en que nos metió la pérdida de una Hélice ( como no, GORIT)
Lo narra con su genial maestría Ramiro en esta página del blog
<-Enlace a la página ->
El paso del tiempo hizo que se estableciera un lazo muy fuerte de amistad entre nuestras familias y hemos hecho todo lo posible por permanecer en contacto
Y a pesar de que Ramiro ya ha llegado al último puerto de su viaje, hemos tenido la gran suerte de poder llevar a Mabel hasta Alonisos, esta vez sin incidentes.
Mabel profesora en Asturias ha vuelto cada año a Grecia, y este año sin sus hijos por fin se ha animado a acompañarnos por unos días.
Como es habitual dejo que sean sus palabras las que narren su historia.
A media tarde, con esa luz reflejada por las paredes blancas
recién encaladas y arrastrando la maletina por el espigón, veo a Alberto que me
saluda a lo lejos, a Lola y a Drako. Por
fin, después de varios años intentando coincidir, allí estaba, muy contenta
pero algo intranquila ante la segunda experiencia en el Capitán Teach. La
primera, el 26 de julio de 2010, no fue precisamente una travesía placentera, fue
una peripecia más bien. En este blog y en la entrada correspondiente a esa
fecha y a la siguiente, está descrita con detalle y mejor estilo. Además en
esta ocasión Ramiro, mi compañero, ya no está con nosotros y nuestros hijos,
Bruno y Taso, se han hecho mayores y tienen sus obligaciones. Con estos
recuerdos la tristeza se acerca pero no me invade. Τι να κάνουμε! ¡Qué se va a hacer! que dicen los
griegos.
Besos y abrazos, los reencuentros siempre animan. Drako me
recibe de maravilla. Ni un ladrido. Se acurruca a mis pies o junto a mi barriga
para echar una siesta o recibir su ración de mimos. Amigos para siempre.
Esta vez el barco me parece más luminoso y el camarote mucho
más grande. Primer té y paseo por el pueblo construido sobre una empinada ladera que termina hacia el mar
en un promontorio ocupado por una iglesia muy particular, espero que Alberto
inserte alguna foto. Rampas, escaleras y
flores que destacan entre los
muros blancos y las puertas y ventanas de todos los colores. Terminamos en el
“cafenío”, único establecimiento del puerto que digamos está tal cual, “sin
arreglar”, ocupado por los mayores del pueblo que se toman un café griego, una
cerveza o un ουζο mientras ven pasar
la tarde. Nosotros nos apuntamos al ουζο με μεζέ, es decir, con tapina.
Vuelta al Capitán Teach y cena, preparada por Lola. Cómo se
agradece una comida casera después de días de restaurante y pita. Luego,
Alberto se retiró y Lola y yo quedamos charlando un buen rato, disfrutando de
una tranquila noche de verano. No sé por qué yo casi no dormí esa noche.
Cuando nos levantamos al día siguiente, Alberto ya tenía
preparado el plan del día: Alónnisos. Después de uno de esos inolvidables
desayunos con los que Lola nos alegra las mañanas, nos hacíamos a la mar, como
aquella otra vez y con el mismo destino. Superada ya del todo mi intranquilidad
y después de hora y media de navegación, atracamos sin ningún problema en Patitiri.
Este puerto es algo más feo que el anterior, pero sorprende el verdor de la
isla y el azul del mar. Los pinos o las sabinas llegan hasta la orilla y el
agua es absolutamente transparente, muy limpia.
Esta isla junto a otras seis más pequeñas y 22 islotes deshabitados
forma parte del Parque Marino de Alónnisos en las Esporadas Septentrionales,
creado en 1992 para proteger un ecosistema con especies en vías de extinción
como la tortuga caretta, el halcón de Eleonor, la gaviota Audouin o las focas
monje. Es una reserva de aproximadamente
2.200 kilómetros cuadrados de extensión. La caliza domina la superficie de las
islas. Las laderas empinadas cubiertas de vegetación y las cuevas subaéreas y
submarinas son sus principales características. Los fondos marinos han de ser
espectaculares.
En el primer paseo, gracias a Drako, nos encontramos a una
chica de Santander que acababa de llegar para trabajar como monitora o
acompañante en actividades de buceo.
Al día siguiente Alberto nos llevó a la cercana bahía de
Votsi, según las guías “una de las más hermosas de la isla”, para fondear e iniciarnos a Drako y a mí en el uso de la
zodiac. Con Drako lo consiguió y los dos disfrutaron del viaje y de la preciosa
playa. Yo me arrugué, estaba tan a gusto en mitad de la bahía comentando con
Lola la maravilla del momento… Después me arrepentí bañándome en la playa del
pueblo, ni punto de comparación.
Decidimos volver a Skópelos para facilitar mi vuelta a
Atenas al día siguiente. Espectacular el salmorejo con el que Lola nos obsequió
a la llegada, tan bueno como el que nos había preparado en Kimi hace casi diez
años.
No quiero terminar sin referirme a la interpretación de la
nieta de Alberto de una de las Gimnopédies de Erik Satie.
Verdaderamente espectacular para una niña tan pequeña. Sin duda la aplaudiremos
en alguna sala de conciertos dentro de unos años. Además la composición parece
estar inspirada en una danza griega para niños. Qué más se puede pedir.
En una noche de orbayu, en la sala de mi casa, donde
vosotros estuvisteis no hace mucho, recuerdo la luz de Grecia, los desayunos y
los vinos de media mañana con vosotros, la tranquilidad que se disfruta en el
mar al navegar de una isla a otra con un inmejorable capitán, las comidas que
hicimos fuera del barco y por la noche,
esos momentos que pasé con Lola hablando
de nuestras cosas, con Drako durmiendo a pierna suelta. Inolvidables. A ver,
casi todo fueron luces, pero también
hubo alguna sombra. Por ejemplo el mal rato que pasé cuando creí estropear el
mecanismo del retrete o el respeto que me imponía la escala cada vez que
pasaba. Como veis, el saldo abrumadoramente positivo.
Quiero agradeceros además de vuestra hospitalidad y el
cariño con el que me tratasteis, la posibilidad de conocer esas dos islas,
Skópelos y Alónnisos, la 23 y la 24 para mí. Me supo a poco, creo que se me
merecen otra visita, esta vez con coche o “dando la patuca”.
Vosotros seguís vuestro viaje hacia el norte y llegaréis a
Limnos, nuestra isla del alma. Allí pasábamos más de un mes cada verano cuando
los niños eran pequeños, viajábamos con cuna, silla, calientabiberones,
pañales, en fin el ajuar completo. Incluso un verano llegamos tres y volvimos
cuatro. También algunos de aquellos amigos ya no están, pero otros sí. Avisadme
cuando lleguéis a Mírina. Nombre de hija de rey. Salud y buenos vientos.
Gracias Mabel por estar con nosotros