El salto desde la isla de Naxos a la isla de Parox lo hacemos con viento fuerte de norte, pero calculo mal el abatimiento y cuando quiero darme cuenta gira un poco y nos deja teniendo que remontar hacia el norte con corriente mar y viento en contra.
Resulta ser un pantalán donde hay amarres libres con guía y fondeo preparado, sin utilizar nuestra ancla.
Iniciamos la maniobra y cuando tensamos el cabo de fondeo, se parte, dejándonos sin amarre. Afortunadamente ha sucedido en el momento del atraque, pues se podría haber roto en una racha de viento cuando no estuviéramos a bordo .
En el pantalán que mira al norte. algo mas expuesto al posible oleaje, fondeamos nuestra ancla y quedamos firmemente asegurados con nuestra inapreciable "Rodna". Poco después el muelle queda lleno de barcos de tránsito. A las tres de la tarde no queda nada libre.
Y los "Octopus" colgados al sol decoran muchas de estas tabernas, entre las que por fin aparece una con nombres sugerentes y mas de cocina del siglo XXI. Nos proponemos probarlo esa noche, pero al llegar, entre todos los restaurantes llenos a rebosar nuestra elección está completamente vacía, lo que nos deja un tanto perplejos y poco dispuestos a experimentar.
A la mañana siguiente nos movemos a otro puerto-marina de la misma isla de Parox, en concreto a Paroikia a tiro de piedra del anterior pensando en que sería tres cuartos de lo mismo.
Tras de las tiendas los bares y demás "Tipical Grecia" un recoveco nos mete de lleno en El Castro, o fortaleza primitiva de la ciudad..
No queda apenas luz y estoy rabiando porque hemos encontrado el sitio mas fotogénico de todo el viaje hasta el momento.
Y por todos lados los colores de Grecia. El blanco de sus casas y el azul de sus carpinterias pintadas.
Pero a esta hora falta a la cita el sol, para con sus rayos componer esa danza de luces y sombras que hoy faltan en mis fotografias.
Pero volveremos, al fin y al cabo esto es una primera toma de contacto con Las Cicladas profundas, que teniamos pendiente. Como solemos hacer damos una primera lectura rápida para entrar en materia. Mas adelante empezaremos a desmenuzar el recorrido y establecer nuestros puntos base y nuestros destinos escogidos.
Y puesto que navegar de ceñida no es de señores, encomendamos el trabajo a nuestro motor, que dificilmente hace alcanzar los tres nudos al barco en estas condiciones. Despues, al doblar los islotes y cuando el viento debería de ser portante, escasea. Es decir que se va a cero y cruzamos toda la ensenada de Naousa con el motor encendido. Vemos barcos fondeados en las ensenadas , pero nos dirigimos hacia la marina de Naousa en el puerto.
Resulta ser un pantalán donde hay amarres libres con guía y fondeo preparado, sin utilizar nuestra ancla.
Iniciamos la maniobra y cuando tensamos el cabo de fondeo, se parte, dejándonos sin amarre. Afortunadamente ha sucedido en el momento del atraque, pues se podría haber roto en una racha de viento cuando no estuviéramos a bordo .
En el pantalán que mira al norte. algo mas expuesto al posible oleaje, fondeamos nuestra ancla y quedamos firmemente asegurados con nuestra inapreciable "Rodna". Poco después el muelle queda lleno de barcos de tránsito. A las tres de la tarde no queda nada libre.
El pueblo es eminentemente turístico, y la oferta de restaurantes se hace abrumadora. La carta es en todos muy parecida y casi igual a la que te pueden ofrecer en cualquier otra isla. Así que casi todo se limita a escoger el mas lindo colorido o el patio mas tranquilo o bullicioso.
Y los "Octopus" colgados al sol decoran muchas de estas tabernas, entre las que por fin aparece una con nombres sugerentes y mas de cocina del siglo XXI. Nos proponemos probarlo esa noche, pero al llegar, entre todos los restaurantes llenos a rebosar nuestra elección está completamente vacía, lo que nos deja un tanto perplejos y poco dispuestos a experimentar.
A la mañana siguiente nos movemos a otro puerto-marina de la misma isla de Parox, en concreto a Paroikia a tiro de piedra del anterior pensando en que sería tres cuartos de lo mismo.
De nuevo un puerto que está lleno por las embarcaciones locales y los espacios reservados por los barcos de paseo de turistas a las playas de la zona, el buceo, o el simple paseo.
Un muelle por la cara de fuera y los consabidos sustos y situaciones cómicas causadas por los inexpertos charteristas que un simple PER ( el título náutico mas bajo) les permite alquilar un cincuenta pies.
Lo que observamos desde el barco no invita a explorar nada. Seguramente otro arrebujo de restaurantes como Naousa. Solo salimos a dar un paseo cuando el sol casi se ha puesto.
A unos quinientos metros hay un molino de viento que suponemos es la copia de los de Mikonos y detrás una zona de regalos y tiendecitas. Una puesta de sol y un paseo por las calles nos lleva a una de las mejores sorpresas de este viaje.
Tras de las tiendas los bares y demás "Tipical Grecia" un recoveco nos mete de lleno en El Castro, o fortaleza primitiva de la ciudad..
No queda apenas luz y estoy rabiando porque hemos encontrado el sitio mas fotogénico de todo el viaje hasta el momento.
Y por todos lados los colores de Grecia. El blanco de sus casas y el azul de sus carpinterias pintadas.
Pero a esta hora falta a la cita el sol, para con sus rayos componer esa danza de luces y sombras que hoy faltan en mis fotografias.
Pero volveremos, al fin y al cabo esto es una primera toma de contacto con Las Cicladas profundas, que teniamos pendiente. Como solemos hacer damos una primera lectura rápida para entrar en materia. Mas adelante empezaremos a desmenuzar el recorrido y establecer nuestros puntos base y nuestros destinos escogidos.
De momento nos hemos hecho "Parokianos".