Nos gusta, cada cierto tiempo, dejar atrás el barco y meternos hacia el interior para ver algo que no sean solamente playas y acantilados.
Y en algunas islas wes básico hacerlo así, pues los sitios donde entrar con el barco suelen ser pequeños puertos nacidos muchos de ellos al influjo reciente del turismo náutico y por descontado que no tienen nada que ver con la vida de los naturales de la isla.
Y esto cobra mucho mayor sentido si la población se separa varios kilómetros de la costa. generalmente construida en un promontorio en torno a una fortaleza encaramada en lo mas alto o en una ladera de un valle casi oculta a la vista desde la costa.
Casi siempre hay razones de tipo defensivo para la aparición de estas "choras", que crecen de una forma orgánica, sin respetar ninguna cuadrícula, como las ciudades romanas, y que responden a una aprovechamiento escalado en el tiempo de las condiciones orográficas del lugar.
En la isla se Kythnos hay dos ciudades diferenciadas y que acentuan su diferencia, conscientemente en un elemento arquitectónico. La resolución de la cubierta.
La primera que visitamos, Messaria ( y como no "Chora") es un pueblo de casas formadas por un amontonamiento de cubos blancos y cubierta formada por una terraza plana, lo que le confiere un aspecto muy característico de toda la arquitectura blanca del mediterraneo, lo que los Baleares nos tratan de vender como Ibicenco y que en realidad se encuentra aquí y en otros enclaves de diferentes paises mucho mas y mejor representado.
Hay un constante intento de matenerlo todo muy limpio, pintado y decorado, algo que si se rasca un poco la superficie, no es mas que una concesión a lo que el visitante desea encontrar , y que se desvanece en cuanto te acercas a la periferia y se encuentran las casas verdaderamente habitadas por labradores mas ocupados en la subsistencia que en la decoración minimalista.
Pero a pesar de todo hay que reconocer que el resultado es muy agradable y que supone un placer pasearse por estas calles limpias y decoradas aunque a veces lo hagan de forma un tanto apabullante.
Desde Chora descendemos por una carretera de vueltas y revueltas hasta uno de los grupos de calas mas bonitas de Grecia. Me refiero a Kolonna, Kyklada y Apocrousa, sobre todo las dos primeras, que han nacido al formarse una playa entre la isla madre de Kythnos y Loukas.
Me reservo mucha información para hablar de ellas cuando volvamos a fondear.
Siguiendo la costa, un poco mas al sur por mar y Dando una vuelta de varios kilómetros por carretera está el puerto de la Isla, al que llegan los ferrys, Merichas.
Hay un muelle, entre donde atraca el ferry y el muelle pesquero donde pueden amarrarse no mas de 15 barcos deportivos, y todo alrededor está montado para sorprender al viajero y sacarle algunos euros, cosa que con nosotros no vale, pues empezamos a tener la sensación de "Dejá Vu" y que no discrimina entre este puerto y otro cualquiera
Y no quiero con ello decir que no existan sitios encantadores y que invitan a detenerse y pasar un buen rato degustando una cerveza muy fría y observando como la gente devora trozos de carbón que anteriormente eran suculentas sardinas o boquerones, e incluso he creido reconocer entre las carbonillas alguna pata de pulpo.
Y el caso es que cuando he invitado a un griego a comer pescado preparado por nosotros, siempre han alabado el punto de cocinado muchísimo menos echo.
El segundo pueblo de la isla es Dryopida, que contrapone sus tejados de teja árabe a las terrazas de Chora, aunque en cuanto bajas a nivel de calle el aspecto es muy similar
Y de nuevo esa mezcla de luz y sombra, el omnipresente azul y los toldos y emparrados buscando mitigar el incipiente calor que ya se nota llegar, buscando un equilibrio entre los fuertes vientos del Meltemi y la necesaria brisa que disminuya la sensación térmica, que consigue el trazado irregular de sus calles transformadas en gigantescos aparatos de aire acondicionado.
Nuestro último destino es otra de las calas recomendables donde nuestra intención era comer algo, La cala de Lefkes al este de la isla.
Para nuestra sorpresa estaba aún todo cerrado salvo dos tabernas, completamente vacías, por lo que no nos arriesgamos y volvimos a Loutra a nuestra casa a comer un gazpacho, que aquí toma un sabor especial por la calidad de tomates, y pepinos y el cambio de variedad de aceite.