El Peloponeso nos tenía guardada una sorpresa que se ha transformado de momento en una de las joyas de este viaje.
Con poca información en los derroteros, contradictoria y anticuada, a menos de cinco millas de nuestra última parada aparece marcado en nuestros planos de Grecia un posible punto a visitar. Las cuevas de Diros, casi en la punta del segundo dedo y con difícil acceso por tierra y solo en escasas ocasiones accesible por mar.
Pero el día se presenta favorable y decidimos fondear en diez metros de agua y en la que parece la única mancha de arena de la bahía.
Casi a nivel del mar y con acceso desde un pequeño muelle al que se llega con la auxiliar, se encuentra el yacimiento arqueo-espeleológico mas impresionante que he visitado nunca.
Tan solo se muestra un "pequeño recorrido" de una milla por un rio de aguas dulces de lo que es solo menos del 10 % de lo explorado y donde se encuentran aún sin exponer al público las salas mas espectaculares y todo el yacimiento paleontológico
Está absolutamente prohibido sacar fotografias con Flax. Los móviles no captan nada y solo recurriendo a poner mi camara en 3600 Din ( de ahí el grano) y aprovechando los pocos momento en que la barca no se mueve he podido sacar algunas fotos, malas fotos, de las que comparto algunas con vosotros.
Todo tipo de leyendas envuelven a esta cavidad, desde ser la puerta del reino de Ades, la mítica laguna Estigia, a ser el habitáculo de unas anguilas gigantes que incluso se han tragado barcos enteros.
Unas barca para 8 personas es gobernada por un auténtico gigante de mas de dos metros, con un ojo cubierto con un parche y que porta un remo de poco mas de un metro y con el que se impulsa, no sumergiéndolo en el agua, sino apoyándolo por las paredes de la cueva, mientras va recitando una monodia en griego, contando historias truculentas sobre los sitios que vamos pasando.
No se deja fotografiar. es mas, amenaza con tirarnos las cámaras al agua si ve un flax. Llega a detener la embarcación ante el disparo accidental de un flax de un movil. y dice que si se repite, nos da la vuelta.
Gruñe varias veces cuando ve que mi pantalla de la cámara se activa y Lola dice que varias veces ha intentado que me diera con la cabeza contra una piedra, aunque no me he dado cuenta.
He hecho todo el trayecto como transportado a otro mundo tratando de captar cada detalle, soñando con haber sido el primero en llegar y haber visto esta maravilla antes de ser "adecuada" para las visitas, arrancando estalactitas y muchas estalagmitas, incluso abriendo galerías a base de dinamita, pues se ven los taladros de los barrenos en las paredes.
A Lola se le escapan las lágrimas de emoción. Su alma de espeleóloga se llena de recuerdos y sensaciones.
A mi se me encoge el ánimo pensando que nunca he estado físicamente tan cerca de aquellos que se me han ido de este mundo
Doblamos el segundo cabo y fondeamos en Puerto Kayo y subimos al monte, al faro. Necesitamos compensar con mucho aire libre el aire de esa maravillosa gruta que un moderno Caronte nos ha enseñado.