Después de un invierno muy alejado de las tareas de remodelación
del barco de otros años, unos días antes de la salida le toca el turno de ir al
varadero, cosa que hago de mala gana por razones que van desde la necesidad de
encargar el trabajo a un tercero, ante la imposibilidad administrativa de hacer
el trabajo yo mismo y la factura que me espera al final.
Estudio la posibilidad de dejarlo sin sacar este año y darle
un retoque en el agua con las botellas, pero al final el barco sale del agua.
CASCO.-
Utilizo como patente una matriz dura de Hempell, Hard Racing,
en tonos azules a los que cada año cambio la tonalidad para tener un control de
lo que se re-pinta y el desgaste. Este tipo de patente permite a media campaña
darle un retoque bajo el agua y puede durar casi dos años, aparte de que me
resulta más económica en los 5,5 kilos necesarios para dar dos manos.
El casco sale bastante bien sin apenas algún escaramujo y solo
una pequeña película de “verdín” que hubiera salido con un limpiado con una “expontex”.
HELICE.-
La hélice, una Brounton con la que estoy mas que contento
(mientras escribo esto navegamos a 7,5
nudos a 1800 vueltas en un motor que hace 3000/3250, con lo que supone de
ruidos, consumos, etc.) ha sido pintada el año pasado con una patente que el
fabricante, italiano, nos regaló como prueba de su producto, VELOX PLUX.
Después de un año en el agua, tal como se puede ver en la
fotografía, ha salido muy limpia sin
apenas incrustaciones y sin que se le haya desprendido la pintura. Creo que es
la primera vez que consigo este resultado en una hélice.
El proceso de repintado es lento, pues hay que eliminar por
seguridad toda la pintura vieja, incluida la imprimación, después hay que dar
de nuevo una capa de imprimación y tres capas de patente con intervalos mínimos
de doce horas entre capas. El resultado es una hélice casi blanca lista para hacer
otras miles de millas este año.
Gracias VELOX el regalo es muy de agradecer teniendo en
cuenta que además aún me queda pintura para una tercera temporada del juego de
latas que me regalaron.
HORZA.-
Al sacar el barco la sensación era de que la patente había
funcionado perfectamente en todo el casco, pero… Tras una hora fuera del agua,a
la horza, de acero fundido, comenzaron a salirle ampollas del tamaño de un euro
y al pasar la limpiadora de agua a presión tanto la patente como el tratamiento
se imprimación que se le había dado el año pasado quedó en el suelo.
Afortunadamente, mi amigo Pepe, de “Acastillaje” Benalmádena,
se hizo cargo del problema y a su cargo ha vuelto a hacer el tratamiento de
imprimación y base previo a la patente. Tras de unas consultas a un “comercial”
de la casa “Internacional” se ha aplicado según sus indicaciones un nuevo
tratamiento, aunque yo discrepo de los tiempos de secado entre materiales y
repintado de capas, en mi opinión demasiado cortos. Espero no estar en las
mismas circunstancias en las próximas varadas.
TOPE DEL PALO.-
La última aventura ha sido subir a ver que pasaba con la
antena de la VHF que oscilaba de un lado a otro.
Para ello hay que subir a la perilla del palo y este que
escribe aquí a eso le tiene una aversión que bien se puede definir como “Miedo Cerval”.
La única vez que lo intenté quedé abrazado al palo, gritando aterrado y
mentalmente bloqueado, hasta que me soltaron los dedos a golpes para poderme
bajar. Mis pies estaban unos 15 cm por encima de la botavara. Sé que es algo psíquico
y raro en alguien que ha escalado el Naranco de Bulnes y revisado forjados de
edificios de 15 plantas, pero no me subo al palo ni por todo el oro del mundo.
Así que tras consultar a los “profesionales” la cosa va de
50 a 60 Euros la hora (mínimo una hora) llegando incluso a un “presupuesto cerrado” de
300 euros.
Así que no queda otra que convencer a ese amigo joven y
deseoso de aventura a ser izado a lo que simplemente era apretar la tuerca de
fijación de la antena. ¡Gracias Carlos!
Así que solo queda estibar comida y equipaje y … salir a la
mar