El recorrido hacia el Este nos conduce en primer lugar a una zona donde Milos es tangente a otras dos islas, Kimolos y Polyaigos. en esta segunda isla hay un fondeo de los espectaculares, donde la lengua de tierra que una Manolonisi con Polyaigos, ofrece un lugar idílico para el baño y el snorquel.
Pero tiene una trampa para incautos. el fondo está solo a 1 metros de profundidad y no se puede pasar de una a otra parte de la lengua.
El día que nosotros nos acercamos a sacar fotos, un velero de charter, quizás seducido por nuestra posición y la de otros dos barcos que estaban en la otra ensenada, embarrancó a toda máquina al intentar saltarse el obstáculo.
Llegar a Folegandros no supone ningún problema con un día de calma chicha como el que nosostros tenemos y en seis horas cubrimos la distancia, llegando con el puerto casi a rebosar. solo quedaban 2 de las ocho `plaza disponibles. Eso si, con marinero -cobrador-aguador-recepcionista.
El resto de los barcos tienen que fondear, pero afortunadamente el tiempo y su previsión son perfectos para pasar la noche a la gira.
El puerto tiene una hermosa playa de arena y hay un gran número de embarcaciones pequeñas, las aguas son transparentes. Una delicia.
Preguntamos a los pescadores y nos dan los horarios de los autobuses que casi cada hora y hasta altas horas de la noche te llevan a la Chora y al Castro, ya sabeis, la autentica ciudad de la isla, que como siempre está a cinco kilometros y en lo alto de una colina.
Las formas y colores del Castro son los típicamente griegos, pero combinados de forma natural, sin el artificio que hemos visto en algunos otros pueblos.
Desde la chora hay unas vistas espectaculares y se puede divisar prácticamente todo el perímetro de la isla y por ende tener el control de quien entra y sale.
Pero la fiesta del verano está cerca y las calles se van invadiendo de mesas y sillas a la sombra de limoneros y parras, buscando el frescor de la tarde que aún no ha llegado cuando nosotros visitamos el pueblo, que duerme en el letargo de la siesta en los interiores de las casas.
Coronando la chora hay una imponente ermita/iglesia a la que se sube por un número de peldaños que se acerca al infinito, pero -que los Popes me perdonen- no encuentro justificación alguna para hacer esa peregrinación, que seguramente te acercará mas a tu dios, por la vía del infarto.
Vuelta al bus y al puerto, que mañana nos espera una larga travesía
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