A las 06:30 del día 20 de junio, 50 días después de lo que se había transformado en una costumbre para nosotros, soltamos amarras para comenzar nuestra andadura de este verano de 2012.
Es básico que Lola pueda soportar los movimientos del barco en su aún muy débil espalda y que yo pueda hacerme cargo de todas las maniobras que supongan esfuerzo físico, osea… de todas. El día se presenta muy despejado y con previsión de vientos de poniente de fuerza 3/4 que saltaran hacia mediodía. Para minimizar los golpes y sacudidas a Lola hemos incorporado algunos elementos al barco, de los que el más útil, con creces, ha sido un asiento que compramos por su bajo precio en el Lid, hace años y que apenas habíamos utilizado. Ocupa mucho sitio en la bañera y es “peligrosísimo” para hacer guardias nocturnas.
A los dos nos ha empezado a cambiar la cara y pasamos horas mirando el mar y sintiendo el ritmo de las olas. El barco ha entrado en zona de vientos y caminamos a mas de ocho nudos, y hacemos puntas de casi once.
A la hora de comer sacamos de la nevera cocochas de bacalao, que no han podido entrar en el congelador y que sería una pena se estropearan. Y cuando me dispongo a cocinarlas aparece en nuestro horizonte lo que debería de ser un motivo de tranquilidad pero se ha transformado en preocupación.
Una embarcación con los colores de un anuncio del Corte Inglés y con una bandera española cruzando su costado navega con claro rumbo de encuentro hacia nosotros. Lo hace con mucha parsimonia esperando que nosotros nos acerquemos. No da ningún tipo de señalización AIS y sí un rebote de radar muy bajo. Y ahora a esperar y pensar en el tiempo que vamos a perder. Hay olas de algo mas de un metro y viento real de 20 nudos.
No me preocupa en exceso la legalidad de mi barco, pues llevo todos los papeles en orden y todo el material comprobado, homologado y con las fechas de caducidad en regla. Pero las historias que últimamente circulan por los pantalanes de los `puertos sobre el afán recaudatorio del colectivo dejan un punto de duda.
Cuando los tengo a menos de 100 metros por el través de babor salen “escopetados” y me cruzan la proa a menos de dos esloras y se pierden en altamar. La maniobra dice muy poco sobre el patrón de esa barco, que nos ha dejado dando botes y descompuesto nuestro ajuste de las velas en orejas de burro. Supongo que como en todos los grupos humanos hay de todo y la actitud de estos contrarresta la amabilidad y profesionalidad de los compañeros que me atendieron y guiaron durante el accidente de Lola, que ha sido para sobresaliente.
El caso es que una hora más tarde podemos ponernos morados de unas suculentas cocochas embadurnadas de una espesa salsa al pill pill que las mantiene pegadas a la cazuela.
El viento es constante y decidimos no parar este año en Roquetas, a pesar de que hemos contactado con algún amigo al que es siempre un placer ver, pero en nada estaremos de vuelta y … Cabo de Gata lo pasamos de noche y a las 12 estamos preparándonos para fondear en la ensenada de los Genoveses.
La maniobra la tenemos que hacer en la más absoluta oscuridad y entre otros barcos que están fondeados en toda la bahía. Soplan sus buenos 20 nudos pero el agua está como un plato. Nuestra nueva Rodna se clava a la primera y con fondo de 9 metros y cuarenta metros de cadena nos vamos a dormir nuestra primera noche de fondeo de este año.
Es básico que Lola pueda soportar los movimientos del barco en su aún muy débil espalda y que yo pueda hacerme cargo de todas las maniobras que supongan esfuerzo físico, osea… de todas. El día se presenta muy despejado y con previsión de vientos de poniente de fuerza 3/4 que saltaran hacia mediodía. Para minimizar los golpes y sacudidas a Lola hemos incorporado algunos elementos al barco, de los que el más útil, con creces, ha sido un asiento que compramos por su bajo precio en el Lid, hace años y que apenas habíamos utilizado. Ocupa mucho sitio en la bañera y es “peligrosísimo” para hacer guardias nocturnas.
A los dos nos ha empezado a cambiar la cara y pasamos horas mirando el mar y sintiendo el ritmo de las olas. El barco ha entrado en zona de vientos y caminamos a mas de ocho nudos, y hacemos puntas de casi once.
A la hora de comer sacamos de la nevera cocochas de bacalao, que no han podido entrar en el congelador y que sería una pena se estropearan. Y cuando me dispongo a cocinarlas aparece en nuestro horizonte lo que debería de ser un motivo de tranquilidad pero se ha transformado en preocupación.
Una embarcación con los colores de un anuncio del Corte Inglés y con una bandera española cruzando su costado navega con claro rumbo de encuentro hacia nosotros. Lo hace con mucha parsimonia esperando que nosotros nos acerquemos. No da ningún tipo de señalización AIS y sí un rebote de radar muy bajo. Y ahora a esperar y pensar en el tiempo que vamos a perder. Hay olas de algo mas de un metro y viento real de 20 nudos.
No me preocupa en exceso la legalidad de mi barco, pues llevo todos los papeles en orden y todo el material comprobado, homologado y con las fechas de caducidad en regla. Pero las historias que últimamente circulan por los pantalanes de los `puertos sobre el afán recaudatorio del colectivo dejan un punto de duda.
Cuando los tengo a menos de 100 metros por el través de babor salen “escopetados” y me cruzan la proa a menos de dos esloras y se pierden en altamar. La maniobra dice muy poco sobre el patrón de esa barco, que nos ha dejado dando botes y descompuesto nuestro ajuste de las velas en orejas de burro. Supongo que como en todos los grupos humanos hay de todo y la actitud de estos contrarresta la amabilidad y profesionalidad de los compañeros que me atendieron y guiaron durante el accidente de Lola, que ha sido para sobresaliente.
El caso es que una hora más tarde podemos ponernos morados de unas suculentas cocochas embadurnadas de una espesa salsa al pill pill que las mantiene pegadas a la cazuela.
El viento es constante y decidimos no parar este año en Roquetas, a pesar de que hemos contactado con algún amigo al que es siempre un placer ver, pero en nada estaremos de vuelta y … Cabo de Gata lo pasamos de noche y a las 12 estamos preparándonos para fondear en la ensenada de los Genoveses.
La maniobra la tenemos que hacer en la más absoluta oscuridad y entre otros barcos que están fondeados en toda la bahía. Soplan sus buenos 20 nudos pero el agua está como un plato. Nuestra nueva Rodna se clava a la primera y con fondo de 9 metros y cuarenta metros de cadena nos vamos a dormir nuestra primera noche de fondeo de este año.
¡Esto empieza bien! Os recordamos cada día y ahí estaremos a perro puesto esperando las crónicas.
ResponderEliminarNos salengranos muchos de que ya estéis buenos y me imagino el cambio de cara del que hablas, que siga y cunda.
¡Feliz navegación, buenos vientos y muchos besos!.
Ramiro