A trancas y barrancas hemos metido en el barco la larga lista de cosas, unas necesarias y otras superfluas, que llevaremos a bordo desde Málaga.
Desde las pesadas botellas de buceo a las no menos pesadas botellas de buenos vinos.
Cada cosa va ocupando su sitio. Casi todo va en “donde siempre” y en “la forma de siempre”. Y es que parece que hemos hecho este viaje un millón de veces.
Cerramos la casa, aparcamos los coches y pasamos la noche del día 29 a bordo. Es casi la una de la mañana cuando nos metemos en la cama y queda mas de la mitad de las cosas por ordenar.
Pasarán varios días hasta que todo se acomode, como pasaran varios días hasta que con la distancia y la tranquilidad necesaria podamos evaluar este invierno extraño, en que hemos sufrido el ataque de nuestra familia mas directa con una estafa que ha puesto en serio peligro nuestra soñada calidad de vida en nuestros últimos días. Tengo que contarlo, tengo que desahogarme y soltar tanta amargura como me han hecho acumular.
No estaba preparado para ello. Mis lecturas solo me han llevado hasta “los Miserables” de Víctor Hugo. Se quedaba muy corto.
La puntilla me la daba a pié de barco alguien a quien apreciaba como amigo.
Difícil dormir, así que un poco antes de que sonara el despertador estábamos recogiendo amarras y escala y saliendo por la bocana del puerto de Benalmádena.
El barco camina bien cuando va cargado y además tenemos la corriente a favor , pero el ansiado viento de poniente que nos empuje hacia el Este no quiere hacer acto de presencia. Así que motor y mas motor.
De unas millas por delante, en la Caleta de Belez ha salido el barco de nuestro amigo Carmelo, que por fin puede cerrar su periplo de volver a casa en Roquetas. Entre el puente de Sevilla y las malas condiciones meteorológicas de este invierno, lleva tres meses deambulando de puerto en puerto para hacer unas millas que en verano podrá hacer en tres días.
Hago una llamada por MMSI y no recibo respuesta, lo que me extraña pues tenemos hablado a mas de ochenta millas y nos separan menos de 15.
El AIS, tan activo en esta zona del mundo ( tengo 116 barcos controlados) tampoco da sus señales, aunque eso no me sorprende, pues lleva un clase B y solo emite a unas 10 a 12 millas, mas que suficiente para un velero de 10 metros.
Por fin escucho en el canal 16 que Carmelo se comunica con Trafico marítimo de Motril, para reportar su posición y aprovecho para contactar con él . Estamos a menos de 15 millas y sin embargo me escucha mal. A esto se suma que el anemómetro no marca ni velocidad ni dirección del viento.
Como todo funcionaba hace unos días, solo hay una explicación. Al poner los peldaños en el palo he taladrado los cables. La primera en la frente..
Llegamos a las 8 de la tarde a Roquetas de Mar. Nos tienen reservado sitio al lado del nuevo barco de Pedro otro de los muchos amigos que tenemos en Roquetas.
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