Están aquí en una larga parada en su proyecto de cruzar el Atlántico este invierno en dirección al Caribe, el sueño de muchos, la conquista de pocos. Y es que con el paso del tiempo vamos viendo demasidas "sirenas varadas". Barcos que se preparan eternamente para el gran salto, pero que jamás vencen el miedo a los lestrigones y a los cíclopes, que siempre tiene una escusa para no mirarle a la cara a Poseidón. No me gustan los sueños rotos. ¡me han roto tantos!
Ahora Caps y Rebeca esperan que puedan unirsele sus tripulaciones para volver a sus puertos base en España a hacerlos últimos ajustes antes de dar el salto.
Son dos personas encantadoras, con las que hemos compartido estos dias muchos ratos de charla de todo tipo. En mi tienen a un amigo y espero verlos pasar este invierno por delante de nuestro barco anclado en Benalmádena, donde estaremos haciendo planes para una nueva singladura.
Hemos jugado como niños con las auxiliares, intercambiando mi motor, un 10 caballos sobre la auxiliar de Jose, una dos metros de suelo inchable. Una combinación peligrosa, en la que se alcanzaban velocidades notables
También hemos compartido comida a bordo del Rebeca III, restos de Pasta fresca del Caps III, Puerros crocantis del Capitan Teach y cervezas del anfitrión.
Luego, mientras dormian la siesta nosotros con nuestra auxiliar, (puede navegar a 18 nudos)nos hemos ido a dar una gran vuelta al Gran puerto y a ver las otras dos ciudades, Senglea y Victoria,
Hemos encontrado muchas barcas típicas, con cierto aire de góndolas venecianas y muchos remeros entrenando sobre algunos. Con una forma de remo muy curiosa, pues uno lo hace sentado de cara a la marcha y el otro de pié mirando a la popa.
Incluso las mas modernas barcas están profusamente decoradas, sin que falte nunca en la proa el "Ojo de Osiris" que vela por la embarcación.
Luego hemos cruzado hasta Sliema a comprar "el periodico" pues solo llega uno al día y le hemos cogido el truco. Llega sobre las siete de la tarde la edicción del día de El País.
Ya mas tranquilamente hemos rodeado la península de Manoel y contemplado como La Valletta va encendiendo sus luces para terminar un nuevo día en este paraiso del mediterraneo, al que sabemos que volveremos otra muchas veces.
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