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lunes

19 Y 20 DE JULIO 2010.- Últimas Millas en Turquía.-


No es fácil olvidarse de algunas cosas, por ejemplo el butano, que en esas pequeñas botellitas azules nos sirven para cocinar a bordo. Nosotros llevamos cuatro botellas. Tres de las normales de Camping Gas y una de las botellas griegas, que en general son las mismas pero pintadas con un color azul mas ultramar, que el celeste de las españolas.

En Sigaçik recambiamos la botella griega en una tienda pequeñita y con un gran cartel con su nombre. No es raro encontrar el mismo en España esto como anuncio del contenido y con esta ortografía. La verdad es que hay curiosas coincidencias.

También hacemos gasoil y gasolina para la auxiliar, que nos traen en un camión, a pesar del hermosos surtidor que se ve a la entrada. Así que nuestro plan de no mover el barco a causa del fuerte viento, se ve frustrado por dos movimientos, uno hasta el varadero a cargar y otro a volver al atraque.

Siempre ayudados por una auxiliar que utilizan a modo de remolcador pero a su aire, por lo que a veces dificultan, más que ayudan a las maniobras. Y es que en todos los puertos de Turquía utilizan el mismo procedimiento. La línea del fondeo que normalmente une el pantalán con el muerto, aquí está unida a una pequeña bolla que el marinero de la auxiliar te entrega recogida, para que no puedas liar el fondeo con la hélice al hacer la maniobra.

El camino de Sigaçic a Cesme Marina, discurre por una serie de calas que vamos revisando por si hay un futuro viaje a Turquía, con viento por el través, que se hace de proa y de treinta nudos por la proa al llegar al estrecho con la isla griega de Kios.

Nos da tiempo a amarrar en esta modernísima y muy “chic” y muy cara marina, y salir a dar una vuelta por la ciudad. Esta vuelta se ve frustrada porque con el terrible calor y el sudor se me hacen unas rozaduras en la entrepierna, que casi no me dejan andar. Nada que no solucione un poco de nuestra inseparable planta de Aloe Vera, que salió de viaje desde Málaga y resiste, amarrada en el balcón de popa toda la travesía.

De Cesme hacemos, al día siguiente, la salida hacia el norte con idea de llegar a un pequeño puerto que nos han recomendado. Todo el trayecto es con viento de proa Pero al llegar vemos algo que no nos gusta. Hay una grúa intentando mover un velero como el nuestro que está acostado sobre las rocas que forman el muelle. Así que seguimos hasta Foça (Esquifoça), un muelle más a la griega, con agua y electricidad en un poste.

Aquí salimos a cenar y al final el lio de siempre, -es un recuerdo que nos llevamos de Turquía- el intento de engañarte con una cuenta que no es la tuya o con un cambio a Euros abusivo. Soluciones pocas y desagradable. Para empezar se niegan a darte la factura, aduciendo que es para su control gubernamental. Entonces tú dices que la necesitas para poner la denuncia en la policía turística, y el cambio lo solucionas pagando con visa. Lo que era una agradable comida, bien atendida, se transforma en un mal rato. Hay quien por cuatro cuartos pasa del tema y se deja engañar diciendo que a pesar de todo le ha salido barato.

Al final todo se arregla pero te llevas el mal gusto.

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