Me vais a permitir que incorpore al blog, para empezar este año, algunas reflexiones que me salieron como una erupción mientras trataba de no quedarme dormido en el transfer de Milán de mi vuelo Málaga. Milán Atenas.
AEROPUERTO DE MILAN 20-03-2022 00:40
Acabo de levantar la cabeza del libro que estoy leyendo y
mirando alrededor he sentido una sensación que no se si definir como
satisfactoria o angustiosa. Y es que soy, y por mucho, la persona de mas edad
que, entre aproximadamente un centenar, hacemos noche en uno de los aeropuertos
auxiliares de Milán, a la espera de una conexión.
Yo en concreto tomaré un vuelo a las 07:45 de la mañana con
dirección a Atenas para ir a supervisar unos trabajos que tienen que
hacer en mi barco y de paso realizar algunos bricolajes muy personales
Si esto que escribo sobre una hoja de papel se llega a
transformar en una entrada de mi blog he de hacer un enlace con entradas
anteriores y con el abandono en que he tenido mis relatos.
Entre medias están las vacunas del Cavad y la cara de
gilipollas que se me ha quedado cuando después de tres dosis daba positivo
justo el día en que, ¡por fin!, tenía una cita programada con un internista
tras cuatro meses de espera para que, dos meses mas tarde, confirmase mis
sospechas de que todo el tratamiento seguido con mis dolores musculares,
operaciones incluidas no era otra cosa que un proceso “de libro” causado por
los efectos secundarios de una pastilla para controlar el colesterol, que me
recetaron hace cuatro años tras haberme colocado tres “Sten” y sobre lo cual no
me han hecho ni una sola revisión posterior.
Y así sin nada que hacer mas que analizar noticias y
constatarlas por diferentes vías, en vez de ir haciéndome mas conservador, como
corresponde a mi edad, me voy radicalizando en mis conclusiones y solo siento
rabia. Una rabia sorda y profunda y es que me siento estafado.
Estafado por los políticos.
Estafado por la justicia.
Estafado por la sanidad.
Estafado por las altas instituciones del estado..
Estafado por los medios de comunicación.
Me revelo y eso parece que me rejuvenece, pero es tanta la
frustración que me produce que en vez de exponer, despotrico. Que, en vez de
argumentar, arengo. Trato de volver a la casilla de salida y volver a montar de
nuevo todo desde el origen y vuelvo a caer en el pozo de la arenga partidista,
con lo que mi análisis solo me lleva a ver hipocresía en todo y en todos.
La hipocresía de Podemos, que se adueñó de nuestra
indignación del 15 M para montar su propia casta y que ahora arremete contra
todo lo que se menea sin atender ni entender que en el auge de Vox están muchos
de los indignados de entonces.
La hipocresía de un gobierno que criminaliza a los que hace
poco eran los héroes de los servicios esenciales, los transportistas, que sin
tener en ruta ni donde parar a tomar un café, mantuvieron abastecida y
funcionando a la sociedad confinada. Y cuando tras meses y meses de trabajar a
pérdidas y, desesperados, tienen que parar, se dedican a negociar con los que
realmente nos están esquilmando a todos. Los intermediarios.
Intermediarios entre el pescador y la pescadería, entre el
agricultor y la frutería, entre el que envía y el que recibe. Y todo ello con
“el relato” como “leiv motiv” y poniendo siempre el punto de mira en los que,
con su esfuerzo e imaginación, crean, arriesgan y hacen grande una empresa. Sin
jamás poner en la balanza lo que generan contra lo que se llevan a cambio,
pero, eso si, permitiendo a todos esos otros que no generan nada, llevarse la
parte del león,
La hipocresía de los sindicatos oficiales (¿es qué a nadie
le chirrían esas dos palabras unidas?) y por tanto politizados desvirtuando su
finalidad con sus subvenciones que no repercuten en los afiliados y solo lo
hacen en un grupo de oportunistas que han hecho de su “delegación” su medio de
librarse del trabajo y además medrar prebendas en forma de marisco.
Y es que si a un grupo como el de los transportistas en paro
no se les escucha por no estar afiliados a CCOO o UGT, es como si hubiéramos
vuelto a la época de Franco y el OSE.
La hipocresía de la Unión Europea al ver como Putin masacra
a los ucranianos, mientras pagamos facturas astronómicas para poder ver el
espectáculo de la guerra cómodamente sentados frente a la TV y con las calderas
de gas a tope.
La hipocresía de los norte-americanos, que ante el
previsible corte de suministros energéticos, y no olvidemos alimenticios, por
parte de Rusia, se dedica a negociar incluso con su diablo particular Nicolas
Maduro para conseguir el monopolio del abastecimiento futuro. Y de nuevo
estados unidos obligando a incrementar el gasto en armamento a los miembros de
la OTAN, justo cuando al mas directo competidor de ese comercio se le han
impuesto sanciones que lo eliminan de la competencia.
La hipocresía de Europa hablando de unidad, cuando no hay ni
siquiera unanimidad en cuanto a lo que es un estado de derecho.
La hipocresía del cacareado Tribunal Internacional o Corte
Penal Internacional, que no tiene jurisdicción en los países que no han firmado
pertenecer a ese club como sucede con Rusia y USA.
Nos han tomado a todos por gilipollas.
Por todo ésto que comentas, y algunas cositas más, a mis 54 años estoy buscando la forma de bajarme de este "barco" (paradójicamente), e irme a vivir a una cueva: estoy asqueado de este espectáculo. Lo único que me detiene de momento son mis hijos de 7 y 10 años, pero ya llegará. Adhiero a todas y cada una de tus palabras, esto es un puto circo donde los únicos que lo pasan bien son los dueños, y todos los demás miramos la fiesta desde fuera. Un abrazo.
ResponderEliminarPues eso, aunque date prisa, que en cuanto vean que aun queda un resquicio de libertad, legislarán para eliminarlo
ResponderEliminarTendrás años bastantes, pero has escrito este texto, con una frescura y pensamiento libre envidiable. Gracias
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