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lunes

16 de Mayo 2016 Cartagena Alicante y Nuevos amigos

Salimos con una buena previsión de viento y mar a atravesar la bahía frente a Mar Menor y Torrevieja y donde desde que recuerdo hacemos el tramo entre Cabo de Palos y Tabarca a vela, con vientos de través.

Y de nuevo se cumple la tradición. Al llegar a Cabo de Palos salta un viento del Este que nos permite ir a unos nada despreciables 6,5 nudos a vela con un mar casi plano, mientras que el sol nos calienta los huesos enmohecidos de todo un invierno que vamos dejando atrás.

Además esta vez la mar nos tiene reservada una sorpresa y un regalo. Pocas veces podemos fondear en Tabarca. Unas veces por prisas otras por vientos. y la única vez que hemos pasado una noche fondeados lo hicimos en la cara Norte y nos faltaba parar en la cala Sur.


Hoy lo hemos conseguido. Solo un par de veleros y una motora en una cala habitualmente abarrotada invita a quedarse, Pero hoy llevamos un destino también poco habitual de nuestras recaladas.


En el puerto de Alicante conociamos el Club Náutico y la Marina que están al fondo del puerto. Pero nos han indicado que en la zona mas al Oeste, y junto a la playa de San Gabriel, hay un puertecito que corresponde al varadero de Alicante.

No hay recepción de VHF solo teléfono y no hay marineros ni nadie que te indique donde amarrar.

Pero a nosotros nos están esperando una pareja que viajará con nosotros este verano y Jesús , que vive a bordo de su barco como muchos otros en este particular puerto, y que nos ha reservado un atraque junto a su barco.

En la oficina, que cierra a las seis, nos esperan a hacer la entrada y pagar el atraque que es de 34 Euros por un dia para 12 metros, lo que es caro comparado con los otros dos puertos mencionados a tenor de que el varadero está bastante alejado del centro de Alicante.


Pero para nosotros ha tenido compensaciones mas que suficientes. Para empezar nos esperaban con un suculento bizcocho de naranja del que dimos cuenta en nuestro barco junto con nuestra última provisión de té Moruno.

En los pantalanes reina un cierto caos con sabor a antiguo, cuando vivir los barcos era cosa de unos pocos Hippies. Baúles de madera o plástico guardan las pertenencias de algunos barcos, bicicletas amarradas y ese maravilloso revoltijo de enseres que rodeaban a los puertos vivos.

Y ahí me hacen el regalo. De los mejores que me podían haber hecho. Un regalo de nostalgia y recuerdos. Una cena improvisada en el pantalán y que no cambiaría por una cena en el Nou Manolín y su sofisticada y exquisita cocina que tanto nos gusta

Algo que me remonta a mis primeras navegaciones, cuando al llegar a puerto lo mas importante no era el resultado de la regata, sino que como las tripulaciones dormían en los barcos, se hacía una cena aportando cada cual lo que tuviera o comprando todo "a escote pericote".

Recuerdo...
Año 73 con mi "Orbayu" un puma 23 en la caleta de Velez, donde nos metimos 11 personas en el pequeño Hanter Europa de Isidoro Arias, desaparecido a bordo de su Swan " Islero" cuando terminaba la vuelta al mundo.
Año 75 Con mi "Ñañara" Un sirocco en la cerrada Gibraltar con barbacoa de cordero de Tasmania que acabó en una noche inolvidable en el "Caleta" de Paco R. en un reencuentro con la persona que mas quería.
Año 79 con mi "Xiana" un Alpa 38 en Puerto Banús donde J.M. Mesa del "Uxchi" me enseñó los ritmos del Blue en un duo de piano y guitarra que aún suena en mis oidos.

Podría escribir varios libros con esos recuerdos y sensaciones que han vuelto a aflorar en esta recalada y por la que siempre estaré agradecido.

 Como por encanto fueron apareciendo platos con Atascaburras Manchego, Ensalada Murciana, Anchoas de Bermeo, y caldos a tenor de los platos que íbamos consumiendo.

Jesús, con el que descubro que comparto historias de nuestra etapa automovilística, resulta ser un excelente "cocinilla" y sobre unas planchas que almacenaba en su baúl nos fué descubriendo los secretos de algunas preparaciones simples pero con un toque muy especial.

Nos sentimos como en casa. Y es que es esta verdaderamente nuestra casa y no la de ladrillos en que pasamos los inviernos.