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jueves

23y 24 de mayo de 2019 Oreio

Desde Loutra nos dirigimos a un puerto situado en el norte de la isla, Oreio, con un gran muelle, base de alguna flotilla de barcos de charter y con un varadero cercano.

Pero antes de ir a Oreio, vamos a dar un vistazo a dos puertos que nos ha comentado el austriaco del catamarán y que están situados en la costa sur de  esta parte del continente a pocas millas de Evia. Su nombre es Raches y hay noticias de que algunos barcos pasan a flote el invierno en este puerto, incluso amarrados a boyas en el exterior.

No encuentro información fiable ni en la guía Imray ni en el derrotero francés de sea seek, que mas parece para piraguistas, pues está lleno de puertos y ensenadas con menos de 1.5 metros de calado, con lo que mas que una ayuda se puede convertir en un una trampa si no se complementa la información.


El puerto en cuestión,  con capacidad para bastantes barcos para lo que es habitual, está hasta los topes de veleros sin velas, con pinta de estar descansando hasta la vuelta de sus propietarios. El único atraque disponible es abarloados a un buque tanque por fuera de la bocana. Desistimos de parar, aunque tomamos nota de su existencia y la añadimos a nuestra particular base de datos.

El siguiente es poco mas que un espigón, aunque parece un buen y protegido fondeo para el norte.

Llegamos a Oreio y encontramos un puerto limpio, tranquilo, una panadería con un propietario que habla español al estar casado con una gallega, una pescadería donde compramos pez San Pedro a 10 €. Hay una lavandería ( un poco cara) y sobre todo una playa junto al muelle donde Drako pueda bañarse y correr por la arena tras su pelota preferida


De nuevo coincidimos con los tres barcos mencionados y nos enteramos que el catamarán a roto el motor del molinete del ancla y tiene que abarloarse al muelle de los charter, pero casi de inmediato contacta con un mecánico del cercano varadero que se lo va a reparar.

Largos paseos por el pueblo, donde apenas hay nada que ver, pero que encontramos esa sensación tan agradable de estar fuera de los circuitos turísticos, de encontrarse a gusto con el "dolce far niente"


El tiempo aún sigue fresco y constantemente se cubre el cielo de nubes, pero no hace frio. A la tarde noche los griegos se vuelcan a la calle y la calle que separa los bares y restaurantes de sus terrazas, se cierra al tráfico y un enjambre de niños juega mientras los padres charlan en las terrazas delos bares y tabernas.

Me doy cuenta con un cierto asombro  que apenas veo a nadie consultando un teléfono. Nosotros tampoco lo hacemos. Es la primera vez en muchos años que no sigo la campaña electoral o leo los programas electorales. Y no es porque resulta casi imposible ejercer el voto en nuestras circunstancias, sino que también hay un timbre interno de alarma, de una alarma con un sonido de infinita tristeza relacionado con todo lo que somos como sociedad y clama "Algo hemos hecho mal"

No me extraña  que la gente prefiera refugiarse en la TV o en el Móvil. A mi me cuesta concentrarme en ninguna linea de pensamiento, pues llego a callejones dolorosos, de soluciones imposibles, de futuros devastadores, de pasos no dados. Me aterra llegar siempre a esa evidencia científica, de la que nadie quiere hablar de que en 2050 la humanidad habrá desaparecido. De que mis hijos y mis nietos, no tienen esperanza ninguna. 

Veo el ocaso y la correlación es inmediata y se me llenan los ojos de chiribitas. Trato de echarle la culpa a las cataratas, pero yo se que no.


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