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domingo

04-06-2017 Naxos-Un agujero de gusano

Aprovechando que por la mañana muy temprano salen varios barcos del pantalán primero, cambiamos de sitio y dejamos el barco amarrado en buenas condiciones, A las 10 de la mañana se han cubierto las plazas disponibles. Un solo catamarán a cubierto tres plazas.

Hemos alquilado un automóvil por 25 euros y nos hemos sumergido en el laberinto de carreteras del interior de la isla.


Solemos utilizar el procedimiento de recoger alguna propaganda de viajes organizados para ver cuales son los sitios habituales que visitar, descartamos playas e iglesias y hacemos nuestra propia ruta, dejando bastante margen a la improvisación.

Pero la isla de Naxos tiene un sistema de carreteras un tanto laberíntico, con tres categorías de carreteras que van desde las malas a las infernales, pero que merece la pena recorrer, tanto por la oferta de sitios que ver como por los paisajes por los que discurre. Aunque a nosotros nos va a deparar una sorpresa muy extraña.


El primer sitio que visitamos es el templo de Demetra, Un edificio de dos crujías cerrado por sus cuatro caras y con un pórtico de cinco columnas dóricas. Quizás lo que mas llama la atención del sitio es su emplazamiento, ya que no es mas que una colina entre muchas rodeado de montañas, contra lo habitual de ocupar un lugar prominente.

Sin embargo cuando se llega al templo hay "un algo" que te dice que el sitio es uno de esos "vórtices" donde confluyen fuerzas que no conocemos.

Y sobre todo el olor del campo circundante. En el camino a pie hasta el templo hemos recogido laurel, tomillo, salvia, albahaca aparte de otras decenas de plantas silvestres que desconocemos hasta el punto de que empieza a entrarte la sospecha de que en vez de encontrar el templo vas a encontrarte un gigantesco estofado.


Lo siguiente que encontramos es un monasterio, La torre Baceos. El edificio es de una familia particular, que lo ha restaurado y transformado en un centro de exposiciones, con lo que todas sus salas están ocupadas por instalaciones escultóricas de artistas del mundo entero.

El edificio desde el punto de vista de un arquitecto es muy interesante, pues se pueden ir viendo las sucesivas ampliaciones a lo largo del tiempo y su adaptación a los diferentes usos. Y como siempre comento, el hecho de moverte por un sitio tridimensional, te da una idea bastante buena de las proporciones de las pequeñas celdas, el ofertorio para solo los 10 o 15 habitantes del monasterio.


Siguiendo nuestra ruta llegamos al pueblo de Damalas, Naturalmente sojuzgado al negocio del turismo. Hay una tienda en la que tienen instalada un viejo telar, Nadie lo maneja  y hasta donde llega mi conocimiento de tales cachivaches, este no puede funcionar porque está mal montado. Ofrecen paños y "jarapas " supuestamente confeccionadas a mano, pero Lola me comenta que son demasiado iguales unas a otras para ser un trabajo no industrial.

Las mira, las remira, que si la trama, que si la urdimbre y termina encontrando los restos de una etiqueta cortada donde seguramente habría un hermosos rótulo "Made in China".


En otro pueblo, Salki, visitamos una destilería del siglo XIX, donde se hace un licor llamado Kitpon, una especie de Limonchelo a base de un cítrico parecido al limón. Las instalaciones, muy cuidadas y operativas, me recuerdan mi infancia cuando casi en cada casa había un alambique para destilar orujo.

Seguimos hacia el norte hasta Zapirantos, donde aparte de una construcción en piedra de un castillo solo encontramos las tabernas y restaurantes donde comen los turistas de los autobuses.

Salimos haciendo Fúuu como el gato pues otra de las cosas que hacemos habitualmente es no entrar en las tiendas a los que dirigen los guías turísticos a sus pupilos.


Y lo mismo con los restaurantes.

Para comer llevamos la guía de Lonely Planet para excluir como primera medida todo lo que ellos recomiendan. Venimos de una zona turística y sabemos como funcionan este tipo de recomendaciones, que como mínimo suponen un intento de masificar y rentabilizar un negocio, que quizás pudiera respetar, pero que no comparto.

Eliminados guías y manuales del perfecto viajero, solemos recurrir a lo que mi querido padre llamaba "el radar".

Esta vez nos dirige a un pequeño establecimiento en una pequeña aldea con cuatro mesas sobre un pavimento inclinado y a la sombra de una parra. Uno de tantos. Solo tienen para comer ensalada, berenjenas y albóndigas y vino blanco de la casa. ¡¡BINGO!!. Las berenjenas, asadas al horno y luego cocinadas con una salsa de tomate son un poema y el especial especiado de las albóndigas de estrella michelín. De postre, que te lo traen al pedir la cuenta, un dulce borracho del licor de Kitpon.


El pueblo donde hemos comido es la bifurcación para ir al norte 40 Km, a una playa o al oeste hacia las canteras de mármol y una factoría aceite que se puede visitar y que nos lleva de nuevo a la marina.

Tomamos hacia el oeste para hacer unos 20 km y cuando llevamos no mas de cinco aparece delante de nosotros la torre de Baceos, que hemos dejado atrás por la mañana ¿como hemos llegado hasta aquí?¿Donde hemos comido?¿que carretera hemos tomado?

A partir de este punto todo se transforma en un despropósito de carreteras secundarias, callejones sin salida y aldeas que no están en el mapa. Vamos buscando las canteras y las vemos en la distancia, pero las indicaciones nos llevan al final de una carretera después de bajar por una calle con mas de 20% de pendiente, que tenemos que volver a subir. Luego descubriremos que el carril de tierra que continuaba eran solo 500 metros hasta el yacimiento de las canteras. Hacemos casi 12 kilómetros para llegar a ese punto.

La cantera es espectacular. Y contemplar sus moles bien vale las vueltas dadas. Pero nos ha dejado cansados y nos saltamos la almazara. Cansados pero felices del ddía completo que nos ha brindado Naxos


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