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martes

29-06-2010.- Las ruinas de Éfeso

Si se coge un “Midibus” frente a la Marina, y se pagan 1,5 TL se llega a la “Bus Station” que no es más que un cruce de calles en que se acumulan los “Dolmus” que por 4 TL te lleva al cruce de la carretera de Selçuk con el camino local al yacimiento arqueológico más completo de todos los conservados hasta la fecha. La ciudad Romana de Éfeso, que a los católicos nos suena de ser el lugar donde se fue la Virgen María después de la muerte de Jesús.


Varios taxistas y carros de caballos tratan de llamar tu atención sobre los cuatro kilómetros que hay andando hasta las taquillas, aunque en realidad no son más de seiscientos metros, que se hacen cómodamente.

Poco puedo añadir a lo mucho que hay dicho sobre Éfeso y por tanto solo voy a hacer unas acotaciones personales.


Me gustó la idea de un grupo numeroso de actores, que en diferentes lugares ponen la nota de algo vivo, desde artesanos hasta togados próceres que pasean y discuten en el ágora, dando una idea de cómo sería vivir en esas calles.


El perfecto estado de conservación de la biblioteca de Celso Polemeno, donde casi espera uno encontrar alguno de los 12.000 pergaminos que albergaba. Pero sobre todo algo que luego se utilizó mucho en el renacimiento. La falta de plomo de sus fachadas y las diferencias de tamaño de los capiteles, que induce a creer que el edificio es mucho más grande de lo que realmente es. Como si se tratara de la decoración de un escenario de un teatro.







Llaman la atención la cantidad de chinos (o lo que yo supongo chinos, ya que parecen japoneses sin cámara de fotos) de la tercera edad, que se cubren incluso con guantes, para protegerse de las mordeduras de un sol implacable, pero no demasiado molesto. Hay muchos españoles en el recinto.


Me llamo sobre manera la atención la restauración que bajo los auspicios del gobierno Austriaco, se hace de un grupo de siete casas en una ladera cerca de la biblioteca. Una estructura de cables y lonas, cerrada por los laterales por lamas de policarbonato, cubre la totalidad de la excavación, en la que se está trabajando actualmente.
Por unos pasillos de cero y cristal se pasea por todo el recinto, pudiendo hacerse una idea muy aproximada de cómo podían ser estas “casitas” de más de 900 metros cuadrados cada una y que con un sistema de patios y terrazas trepa por la montaña.
Es fácil ver la disposición de los recintos e incluso seguir el sistema de tuberías tanto de abastecimiento como de drenaje y sanitario.




A la vuelta aún nos quedan fuerzas para pasear por los bazares del centro, con sus ofertas tentadoras, dar una vuelta por el puerto o comprar langostinos en un poco variado mercado de pescado en el puerto pesquero.

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